Como todos, mi ánimo no fue el mejor que digamos , estos días que pasaron aquí en Monterrey, las malas noticias se han venido en cascada.
La del 25 de agosto, era una apacible tarde de jueves, cuando de pronto ocurrió lo inaudito.
El reporte de un incendio en un casino, el ruido de ambulancias, de patrullas, huele a quemado, en fin, todos preocupados.
"¿Qué pasó?", "¿un incendio?", "¿dónde?", "¿Salieron todos del lugar?", se repetían las preguntas, las pupilas dilatadas y esa sensación en el estómago de que ese día no iba a ser uno normal.
No lo fue. Como cuando pasa una de esas noticias que cimbran al Mundo, sean las Torres Gemelas, o cuando mataron a Luis Donaldo Colosio: todos viendo la tele, oyendo la radio, leyendo en Internet lo que ocurrió.
"¿Cuántos muertos van?", "12", respondía el enterado; "no, van 15", replicaba el más enterado. Y así empezó la parafernalia de estos asuntos, el número total de muertos, la que parecía ser la causa precisa, el video de lo que pasó, las lágrimas de los deudos transmitidas "en vivo, desde el lugar de los hechos".
Los deportes quedaron debidamente dimensionados en un tercer o cuarto nivel. La masacre del Casino Royale así lo exigió. Ganaron los Rayados y los Tigres. ¿A quién le importa?; El "Tri" va invicto desde que el "Chepo" lo tomó ¿Y?
Receta para volvernos locos
Si se presentan en conjunto, las declaraciones de autoridades, analistas y cibernautas pueden provocar un colapso nervioso como el de la película The Doors, donde Val Kilmer haciéndola de Jim Morrison dice, a la vez que le sale una lágrima: "I think I'm having a nervous breakdown".
1. El mismo día del atentado, el jueves 25 de agosto el Gobernador Rodrigo Medina malabarea con que el atentado es un problema federal (por la autorización de los casinos) y municipal (por la supervisión de la seguridad). Estatal no es, pero ellos afrontarán el problema de frente. ¿Hay otra forma de hacerlo?
2. En un programa de radio de la ciudad, el Arquitecto Benavides contrapuntea a Fernando Larrazábal, Alcalde de Monterrey y a Juana María Treviño, Magistrada Presidenta del Tribunal de lo Contencioso Administrativo quienes dan cátedra de cómo evadir su responsabilidad.
3. Más tarde en la web, voces que piden que dejemos de lamentarnos y nos pongamos a jalar, como el comercial de camionetas.
4. En "Tercer Grado", la inteligente Denise Maerker teoriza, desde un estudio de televisión con aire acondicionado en el Valle de México, si el hecho fue un acto terrorista o no, y busca definiciones de la palabra en diccionarios, enciclopedias, en dichos de estudiosos.
5. "Se nos pasó la mano"; "nuestros jefes nos regañaron", explicaban después los detenidos.
6. Esto puede provocar infartos: el caso del hermano de Larrazábal recibió una abundante cantidad de dinero en efectivo, en un casino, en una cajita de Nextel ya que, lo dijo él, ¡vendía quesos! Esto días después de que balearan el casino al que le vendió esta delicia de Oaxaca.
7. Su hermano se desmarcó, pero en días siguientes aparecieron más y más pruebas, que hacen imposible creer que el Alcalde de Monterrey no sabía lo que hacía su hermanito.
Sería increíble si no deja su cargo. Él y el Gober, quien parece debe de aguantar hasta cumplir tres años en el puesto, a fin de que luego de su renuncia, no se convoque a elecciones y vivamos interinatos por el resto del sexenio.
Sí, para volvernos locos.
Pero...
Gracias a Dios existe el US Open. El último Grand Slam del año y el único donde el quinto set puede ser ganado en "tie-break", no por dos juegos a diferencia de Australia, Roland Garros o Wimbledon.
Ya pasó la primera semana y la novedad es la gran cantidad de deserciones en el torneo, 18 hasta el domingo por la tarde.
Ví una. La del irlandés Conor Niland quien después de clasificarse como "wild card" encontró en la primera ronda a Novak Djokovic.
El muchacho le entró con ganas, tuvo con el serbio muy buenos rallies, tenía buen revés y derecha pero al terminar el primer set perdió 6 a 0. En el segundo, el "paddy" ganó un juego que el estadio celebró con rabia, pero el serbio se puso rápidamente 5 a 1 y fue suficiente, Niland le dijo a Nole que no podía más (era cierto), y se retiró con un aparente dolor estomacal que parecía más un pretexto para no sufrir una paliza descomunal.
Más valientes fueron Carlos Berlocq, quien perdió con el serbio 6-0, 6-0 y 6-2 y en tercera ronda el robotito Nikolay Davydenko quien corrió por todos lados, le respondió a Novak todo pero perdió en sets seguidos 6-3, 6-4 y 6-2.
Así es, el Djoker está intratable.
Por el lado de Federer, las cosas han sido más amables. Sus primeras dos rondas fueron literalmente entrenamientos contra Santiago Giraldo de Colombia, y Dudi Sela de Israel. En la tercera ronda, el Expreso Suizo se topó con el croata Marin Cilic quien le arrebató un set, pero terminó perdiendo. En cuarta ronda, Su Majestad se enfrentará a Juan Mónaco, un argentino que podría ocasionarle problemas... pero no tantos.
Roger debe dar secretamente gracias al draw, ya que este eliminará a Jo-Wilfried Tsonga o Mardy Fish que juegan entre sí. Estos dos, son los tenistas que mejor están jugando en este momento, solo atrás de Djokovic. De darse los resultados, uno de ellos jugará con Federer y el que gane... como premio enfrentará al Djoker. And that my friend, is not a joke.
No he visto mucho el otro lado del cuadro, sólo un par de encuentros de Rafael Nadal, el de primera ronda contra el kazajo Andrey Golubev a quien ganó en tres sets... por obra y gracia del espíritu santo: en dos de ellos, su rival tuvo ventaja de 5-2, en uno hasta cuatro set points y aún así, el de Manacor sacó el partido.
Luego, en tercera ronda, el Mallorquí le ganó a David Nalbandián, luego de que el argentino lo trajera como su juguete en el primer set. Break abajo, se recuperó, ganó en tie break y al final derrotó al siempre gitano "Rey David" que juega como nunca, casi nunca.
Más tarde en rueda de prensa, el español empezó a sudar profusamente, cerró los ojos y se tiró al piso: calambres. Su estado físico no es el ideal y la forma en que afronta los partidos lo están acabando.
Ya tiene mi respeto eterno, pero si gana en estas condiciones éste US Open, será una de las más grandes hazañas que se hayan escrito en este deporte.
Y en cualquier otro.
¿Y Murray?, Where's Andy? Allí, enfrentándose en cada partido a él mismo, su mal humor y sus puntos de vista sobre el Universo.
Escribo esto antes de que juegue su partido de tercera ronda contra el peligroso Feliciano López, pero en la segunda remontó al holandés Robin Haase una desventaja de dos sets a cero, para finalmente ganar, 6-7 (5), 2-6, 6-2, 6-0 y 6-4. Cuando está bien nadie la gana, a veces ni siquiera Djokovic, pero eso le sucede cada dos años y cuando participa en un torneo en QuiénSabeDónde.
Ojalá no pase este año y siga avanzando en el draw, porque de los Cuatro Grandes, es el único que se parece más a los malhumorados seres humanos.
Random notes
La siguiente semana será especial.
Reinicia el torneo local de fútbol soccer, me voy de vacaciones, concluye el US Open y....
... empieza el fútbol americano, el deporte más hermoso del Mundo.
El jueves por la noche se enfrentan los dos últimos campeones, los Santos de Nueva Orleans contra los Empacadores de Green Bay.
No tengo novia, y ya estuvo que el asunto tendrá que esperar hasta después del Super Tazón.
Y eso es hasta febrero.
Heaven can wait.
lunes, 5 de septiembre de 2011
miércoles, 24 de agosto de 2011
Miscelánea producto de una mente saturada
¿No han sufrido alguna vez de cansancio mental?
Ése que produce ascos cuando se ven noticias en el periódico, la computadora o la televisión; ese agotamiento que convierte en buena idea, el estar viendo una pared... por el tiempo que sea necesario, en silencio, sin pensar absolutamente nada.
Así estaba yo este domingo por la noche. Ya había tenido suficiente de la semana: estuve enfermo por algo que comí; empecé a hacer ejercicio por primera vez desde abril... y en una clase de tenis acabaron con mi espíritu y mi dignidad; el sábado fue de cervezas estadiescas que sólo llevaron a una cruda de proporciones bíblicas; mucho trabajo y mucho deporte en la tele: mucho de todo.
El cuerpo se quebró: desde adentro, los changos que operan en mi testa pusieron la bandera roja y negra, "¿le van al Atlas?", pensé y expresaron el clásico: "¡Ya güeeeey!"
Pero parece que no fui el único.
1.
Novak Djokovic, el serbio de la imponente temporada finalmente cayó en una final. Ésta en el Masters de Cincinnati ante Andy Murray por 4-6, 0-3, antes de retirarse. Sólo su segunda derrota del año.
Pero en realidad no perdió contra el escocés. El brutal calendario de la ATP hace jugar a los mejores jugadores del circuito, cuatro Grand Slams y 10 torneos Masters en sitios tan distintos entre sí como Cincinnati, Montecarlo o Shanghai, sin mencionar que muchos de estos torneos están pegados entre sí y a veces con cambio de superficie.
Así, Nole, después de jugar el Abierto de Australia en enero (y que ganó), tuvo una pequeña pausa para luego iniciar una durísima montaña rusa que terminó en julio: se jugó el siempre atractivo ATP de Dubai (que ganó); luego a Estados Unidos para jugar durante un mes los Masters de Indian Wells (que ganó) y Miami (que ganó); luego se salta el de Montecarlo para jugar el Abierto de Belgrado, en arcilla, (y que ganó); luego más arcilla en Madrid (ganó), Roma (ganó), para ser detenido por primera vez en el año en semifinales en Roland Garros; una semanita para el reposo y a ganar Wimbledon.
Y llega la primer pausa del año, para regresar al calor que prevalece en América del Norte y ganar el Masters de Montréal.
Cuando llegó a la final de Cincinnati, una semana después de su título canadiense, estaba fundido.
El partido era al mediodía, y lo que Djokovic quería a estas alturas, era echarse una chela con su amigo Andy Murray que le estaba devolviendo todo.
Jugó un set y al tercer juego del segundo paró. Su hombro no funcionaba, su ánimo menos, hizo sumas y restas, y mejor se fue del partido.
Y con justa razón. "Ni que fuera un acto de circo", decía mi madre, y ¿saben qué?, es cierto. No hay ser humano que esté al 100 por ciento todos los días del año.
Este hombre ha estado gigante toda la temporada, pero hasta él tiene derecho de mandarnos a todos a volar.
Sobre todo al mediodía en un húmeda y calurosa jornada en Ohio.
2.
Ver batallar a los Tigres durante 90 minutos para establecer diferencias con un raquítico y diezmado San Luis puede ser agotador, no sólo para los jugadores, sino también para la sufrida Mejor Afición del País.
Así, que después de 86 minutos el pepino llegó, vía Israel Jiménez y los "Ti-gue-res" del Tuca, y de mi corazón, lograron al fin la ventaja luego de pasar aceite (y cerveza) durante todo el encuentro.
Después, a esperar el silbatazo final y listo. El segundo triunfo de la temporada, el primero en el Estadio Universitario.
Los jugadores salieron agotados y los aficionados más.
Estos desgraciados sí que nos hacen sufrir.
3.
Pero el juego de Tigres, lamentablemente, no fue lo más importante de la tarde del sábado.
Mientras en el "Volcán" llegaba el mediotiempo con "Konan Big" dirigiendo una suerte de "talent show" en la cancha, en la tribuna, los que estamos justo abajo de los palcos que cuentan con monitores, volteamos a verlos para seguir las incidencias en Torreón.
"¿Qué pasó?", preguntábamos. Era una balacera en el Santos - Morelia, no se sabía si adentro o afuera del estadio, pero rápidamente los aficionados habían sido evacuados, o puestos en resguardo, tirados en el suelo bajo las butacas, o en la cancha, mientras pasaban los famosos 5 minutos que duró el tiroteo.
Desgraciados. Es en esos momentos cuando uno ve lo insignificante de un partido de soccer, los tres puntos en la cancha, lo menso de la frase, "el futbol es lo más importante, de lo menos importante".
Ver correr a Vilar fuera del campo, a Ludueña salir entre las gradas con su esposa y su hija, lo mismo a Oswaldo Sánchez, hizo que mi ánimo se frunciera como nunca.
Y peor, vi a la gente del palco voltear mejor hacia la cancha para ver la variedad en el mediocampo con cacahuates en la mano, y a una linda jovencita, que sentada en la repisa del palco ponía cara de fuchi cuando todas las miradas de la gente, "del arrabal" habrá pensado, buscaban evitar su anatomía para ver lo que pasaba en Torreón. "Pinches pobres, yo sí tengo tele", habrá pensado la doncella.
Y luego, el ver cómo TV Azteca cambiaba abruptamente la transmisión por uno de sus programas de variedad terminó por fundir mi tonto corazón.
En este País, no tenemos remedio.
El daño no obstante se hizo, y pese al autoimpuesto "blackout" de la televisora, todos vieron lo que pasó gracias a la gente y a los medios que sí decidieron darle importancia a lo acontecido.
Y se enteró el Planeta entero. ¡Ánimo Torreón!
4.
A punto del colapso nervioso, la noche del domingo ofreció el primer juego de la serie final del béisbol mexicano. ¡Diablos - Tigres!, los dos equipos de más prosapia en el circuito nacional, claro, junto a los Sultanes.
Todavía pude ver con atención, como los dirigidos por Matías Carrillo (los Tigres) tundían a palos a Roberto "Metralleta" Rodríguez (pitcher de los Diablos) para tomar ventaja de 5 a 0 en el primer episodio.
Ahora en Cancún, los Tigres son el primer equipo al que le fui en cualquier deporte. En el DF, mi papá solía llevarnos al Parque del Seguro Social para ver este clásico y mi hermano y yo desde luego tomábamos partido, él le iba a los "Pingos" o "Escarlatas" y yo a los "felinos", el equipo de Beto Ávila.
"¿A quien le vas en beisbol?", me preguntaban, "¡A los Tigres!"; "¿y en futbol?", "¡A los Tigres!".
Ellos son los culpables de mi sufrido amor por los felinos pamboleros.
Así que ver ganar en beisbol a los Tigres, el primero de la serie final, 8 carreras a 2 fue un bálsamo.
Pero hacia el final de la velada, ya no podía más, mi cabeza, como la de Djokovic estaba a punto de hacer, "¡pum!".
Y la idea de contemplar la pared en blanco cobró fuerza en la mia testa.
domingo, 14 de agosto de 2011
ROGER, FOREVER ROGER
Los 30.
En el deporte, cuando se habla de esta edad, se vuelve un tema tabú.
"¿Qué pasará después de los 30?", "¿Llegaré algún día a tener tres décadas?", "¿Podré tener sexo?", "Dicen que cuando llegas a esa edad te crecen las orejas y se te caen las manos; pierdes la memoria y te haces pipí cuando caminas, cuando te ríes".
Los que pasan esta barrera son súper hombres.
En el tenis llegar a esa edad significa el comienzo del declive de todas las facultades que te acompañaron durante la carrera. O al menos eso es lo que cuentan los comentaristas de la TV. Ellos se refieren a las físicas, pero en mi casa con chicharrón de cerdo en mi mano, pienso que al resto de los mortales se nos acaban muchas más gracias. Damn!
Y la mala noticia se cierne sobre los fanáticos de Roger Federer, "Su Majestad", "La Barbie" (este apodo porque nunca parece sudar y ni pierde la compostura aún después de jugar cinco sets), "El Expreso Suizo" acaba de cumplir 30 años. Otro Damn!
El pasado jueves jugó en la tecera ronda del Masters de Montréal contra Jo Wilfried Tsonga.
Tal vez ustedes hayan escuchado demasiado del suizo, y muy poco sobre el francés que, pese a sus altibajos en el ranking es durísimo, tiene uno de los mejores servicios del circuito y tiene una derecha que lo hacen uno de los tenistas más incómodos a enfrentar en toda la ATP.
¡Ah! y tiene 26 años.
Federer tiene... ¡apenas 30! y ya es un venerable veterano cuyo declive ha sido esperado, vaticinado, pronosticado y deseado por legiones de fanáticos de Rafael Nadal, Novak Djokovic, Andy Murray o Juan Martín del Potro que esperan su inminente caída en el ranking y el posterior retiro.
Como con U2, parecería que la gente ya tuvo suficiente de Roger.
Así que convertí el drama de este juego en uno personal: tal vez los que me conocen, mis amigos y mis enemigos, ya tuvieron suficiente de mi. Estoy ruco y buscan...., no sé que buscan, ya que no puedo retirarme, ni jubilarme de algo. Shite, diría un galés.
Así las cosas, combatiendo secretamente a la arrogante juventud adoradora del Justin Bieber, a través de un partido de tenis, ¿qué culpa tienen ellos? Me dispuse a ver a "Su Majestad", contra "El Joven"; al artista contra la fuerza bruta; a la inteligencia contra la potencia física.
En su último partido este año, en Wimbledon, el francés se repuso de dos sets y acabó venciendo a Federer en cinco parciales en Cuartos de Final. Fue la primera vez que Roger perdía un partido después de ganar los primeros dos sets.
Y en el 2009 también en Montréal, Tsonga remontó al suizo un 5 a 1 en el último set para ganar el partido.
Ambas derrotas dolorosas. Ambos tragos amarguísimos para la legión de "Federeristas", a la que pertenezco y en la que orgullosamente he envejecido.
El primer set fue durísimo. Roger tuvo set point, pero la derecha y el servicio de Tsonga fueron demasiado llevándose el parcial en tie break, 7-6 (3) y el ingreso de más nubes a mi atribulada testa, que les confirió a estos protagonistas, sin ellos saberlo, el carácter de gladiadores en una personalísima justa que resolvería si tenía razón (y futuro) o no.
El segundo set, un bálsamo. Su Majestad le rompe el servicio al francés y sostiene su saque para ganar el set 6-4. ¿Viejo Federer?, ¿Viejo yo? ¡Viejos los cerros! ¡Vamos por cerveza!
De vuelta, tras perderme unos minutos, el marcador, el destino, el set, el partido, el sol y todo lo que pueda enlistarse me hicieron una jugarreta: Tsonga iba adelante..., ¡5 a 0! ¡Noooo!, ¿Pero cómo puede ser posible? ¡Si yo hace minutos los dejé empatados!
El suizo rompió la blanqueada, pero Tsonga con fuerza, juventud y más raquetazos sostuvo su servicio y ganó el partido. 7-6 (3), 4-6, 6-1. La juventud sobre la experiencia. Federer perdió y en mi mente yo perdí mi particular duelo.
Todo se ofuscó y la cerveza se guardó.
No había nada que celebrar.
Pero...
En sesuda deliberación "Con-mi-mismo", trataba de hacerme a la idea de que todo lo bueno se acaba; que yo mismo solía hacer muchas cosas bien que ya no podía (como correr a toda velocidad, jugar fútbol, americano, tenis, nintendo, canicas, vencidas, contar cuentos, ser simpático, sacar buenas calificaciones y hacer "tirabolitas", entre otras muchas habilidades) y así empecé a enterrar a Roger como jugador elite.
Pero navegando por la web buscando consuelo encontré esta pieza de Peter Bodo (http://blogs.tennis.com/tennisworld/2011/08/the-deuce-club-812.html)
y todo tuvo sentido.
No se trata de ganar siempre, se trata de disfrutar lo que haces y si por consecuencia viene el triunfo o el reconocimiento, qué bueno, si no, todavía haces lo que más te gusta.
Vaya "deep thought" para un tenista que ha ganado más de 60 millones de dólares en su carrera y más Grand Slams de tenis que cualquier ser vivo (o muerto) en este planeta y mundos circunvecinos.
Pero lo que hace especial a Roger Federer es que parece normal, hasta vulnerable. Por eso fue especial su triunfo contra Novak Djokovic en las semifinales de Roland Garros este año: venció a la última versión de Goliat, Terminator o Robocop del tenis. Un triunfo improbable.
Y seguirá tratando, y seguirá buscando ser el mejor otra vez, y si no lo consigue no importa.
Él, y odio decirlo pero es cierto, Rafael Nadal son expertos en ello, en intentar y competir. Un libro de texto sobre constancia y voluntad para chicos y grandes, para "treintañeros"
Y ni ellos se lo toman tan en serio. (http://www.youtube.com/watch?v=94xyOpETYYs)
En el deporte, cuando se habla de esta edad, se vuelve un tema tabú.
"¿Qué pasará después de los 30?", "¿Llegaré algún día a tener tres décadas?", "¿Podré tener sexo?", "Dicen que cuando llegas a esa edad te crecen las orejas y se te caen las manos; pierdes la memoria y te haces pipí cuando caminas, cuando te ríes".
Los que pasan esta barrera son súper hombres.
En el tenis llegar a esa edad significa el comienzo del declive de todas las facultades que te acompañaron durante la carrera. O al menos eso es lo que cuentan los comentaristas de la TV. Ellos se refieren a las físicas, pero en mi casa con chicharrón de cerdo en mi mano, pienso que al resto de los mortales se nos acaban muchas más gracias. Damn!
Y la mala noticia se cierne sobre los fanáticos de Roger Federer, "Su Majestad", "La Barbie" (este apodo porque nunca parece sudar y ni pierde la compostura aún después de jugar cinco sets), "El Expreso Suizo" acaba de cumplir 30 años. Otro Damn!
El pasado jueves jugó en la tecera ronda del Masters de Montréal contra Jo Wilfried Tsonga.
Tal vez ustedes hayan escuchado demasiado del suizo, y muy poco sobre el francés que, pese a sus altibajos en el ranking es durísimo, tiene uno de los mejores servicios del circuito y tiene una derecha que lo hacen uno de los tenistas más incómodos a enfrentar en toda la ATP.
¡Ah! y tiene 26 años.
Federer tiene... ¡apenas 30! y ya es un venerable veterano cuyo declive ha sido esperado, vaticinado, pronosticado y deseado por legiones de fanáticos de Rafael Nadal, Novak Djokovic, Andy Murray o Juan Martín del Potro que esperan su inminente caída en el ranking y el posterior retiro.
Como con U2, parecería que la gente ya tuvo suficiente de Roger.
Así que convertí el drama de este juego en uno personal: tal vez los que me conocen, mis amigos y mis enemigos, ya tuvieron suficiente de mi. Estoy ruco y buscan...., no sé que buscan, ya que no puedo retirarme, ni jubilarme de algo. Shite, diría un galés.
Así las cosas, combatiendo secretamente a la arrogante juventud adoradora del Justin Bieber, a través de un partido de tenis, ¿qué culpa tienen ellos? Me dispuse a ver a "Su Majestad", contra "El Joven"; al artista contra la fuerza bruta; a la inteligencia contra la potencia física.
En su último partido este año, en Wimbledon, el francés se repuso de dos sets y acabó venciendo a Federer en cinco parciales en Cuartos de Final. Fue la primera vez que Roger perdía un partido después de ganar los primeros dos sets.
Y en el 2009 también en Montréal, Tsonga remontó al suizo un 5 a 1 en el último set para ganar el partido.
Ambas derrotas dolorosas. Ambos tragos amarguísimos para la legión de "Federeristas", a la que pertenezco y en la que orgullosamente he envejecido.
El primer set fue durísimo. Roger tuvo set point, pero la derecha y el servicio de Tsonga fueron demasiado llevándose el parcial en tie break, 7-6 (3) y el ingreso de más nubes a mi atribulada testa, que les confirió a estos protagonistas, sin ellos saberlo, el carácter de gladiadores en una personalísima justa que resolvería si tenía razón (y futuro) o no.
El segundo set, un bálsamo. Su Majestad le rompe el servicio al francés y sostiene su saque para ganar el set 6-4. ¿Viejo Federer?, ¿Viejo yo? ¡Viejos los cerros! ¡Vamos por cerveza!
De vuelta, tras perderme unos minutos, el marcador, el destino, el set, el partido, el sol y todo lo que pueda enlistarse me hicieron una jugarreta: Tsonga iba adelante..., ¡5 a 0! ¡Noooo!, ¿Pero cómo puede ser posible? ¡Si yo hace minutos los dejé empatados!
El suizo rompió la blanqueada, pero Tsonga con fuerza, juventud y más raquetazos sostuvo su servicio y ganó el partido. 7-6 (3), 4-6, 6-1. La juventud sobre la experiencia. Federer perdió y en mi mente yo perdí mi particular duelo.
Todo se ofuscó y la cerveza se guardó.
No había nada que celebrar.
Pero...
En sesuda deliberación "Con-mi-mismo", trataba de hacerme a la idea de que todo lo bueno se acaba; que yo mismo solía hacer muchas cosas bien que ya no podía (como correr a toda velocidad, jugar fútbol, americano, tenis, nintendo, canicas, vencidas, contar cuentos, ser simpático, sacar buenas calificaciones y hacer "tirabolitas", entre otras muchas habilidades) y así empecé a enterrar a Roger como jugador elite.
Pero navegando por la web buscando consuelo encontré esta pieza de Peter Bodo (http://blogs.tennis.com/tennisworld/2011/08/the-deuce-club-812.html)
y todo tuvo sentido.
No se trata de ganar siempre, se trata de disfrutar lo que haces y si por consecuencia viene el triunfo o el reconocimiento, qué bueno, si no, todavía haces lo que más te gusta.
Vaya "deep thought" para un tenista que ha ganado más de 60 millones de dólares en su carrera y más Grand Slams de tenis que cualquier ser vivo (o muerto) en este planeta y mundos circunvecinos.
Pero lo que hace especial a Roger Federer es que parece normal, hasta vulnerable. Por eso fue especial su triunfo contra Novak Djokovic en las semifinales de Roland Garros este año: venció a la última versión de Goliat, Terminator o Robocop del tenis. Un triunfo improbable.
Y seguirá tratando, y seguirá buscando ser el mejor otra vez, y si no lo consigue no importa.
Él, y odio decirlo pero es cierto, Rafael Nadal son expertos en ello, en intentar y competir. Un libro de texto sobre constancia y voluntad para chicos y grandes, para "treintañeros"
Y ni ellos se lo toman tan en serio. (http://www.youtube.com/watch?v=94xyOpETYYs)
domingo, 7 de agosto de 2011
Semana de Estadios
La primer semana de agosto fue una excelente oportunidad para ver de cerca a dos de los estadios de Monterrey y desde luego, para tomar mucha, pero mucha cerveza.
Martes, 2 de agosto, Estadio de Béisbol Monterrey (o el "Palacio Sultán")
Antes que nada, cabe aclarar que le voy a los Broncos de Reynosa.
Soy orgullosamente regio, pero ni mis 21 años de vivir en esta ciudad han cambiado mi cariño por el equipo fronterizo y por su ciudad, donde viví siete años, suficientes para convertirme en un eterno contreras de los Sultanes, aquí en Monterrey.
Por ello era impensable perderse un juego de playoff contra el archirival en su estadio, aunque el entusiasmo no era el ideal. Durante la temporada regular los Broncos fueron el mejor equipo como local, pero los Sultanes nos habían ganado los primeros dos de la serie en el López Mateos. Así que para sobrevivir había que ganar hoy y llevarse dos de tres en el regio.
Mi plan era irme desde mi trabajo en camión y luego en metro, para luego caminar aproximadamente un kilómetro a través del Parque Niños Héroes y llegar al estadio, comprar boleto y alcanzar a un cuate y sus hijos que me esperaban. Je, je, bonito plan, pero un sueño guajiro: hacía un calor de miércoles, y apenas era martes.
Así, en taxi (pinche fresa), por Venustiano Carranza, entre el Mercado Campesino y la "Coyotera" (pinche fresa al cuadrado), llego después de siglos a Fidel Velázquez y luego a Barragán hacia el estadio quejándome por el tráfico (pinche fresa al cubo). Ya iba tarde.
Después de la parafernalia de entrar, dónde te sientas y demás, observo en la pizarra la primer caricia: 8-0 Broncos, en la parte baja de la tercera entrada.
Luego, la segunda buena noticia: el mayor de los tres hijos de mi amigo (una multitud), un pequeño de apenas 8 años de edad en pleno "Palacio Sultán", declara su amor por los Broncos, y sin que el "tío" le dijera nada. ¡Qué pop!
Hasta allí lo bueno, porque los Sultanes remontaron hasta acercarse 8 a 6 en la quinta entrada. La historia de toda la temporada de los Broncos que tienen que anotar arriba de 10 carreras para aspirar a ganar, porque picheo no hay. Esa noche los Sultanes pegaron... ¡18 hits!
Lo bueno es que hubo poder, cortesía de Willis Otáñez y cada que se acercaban los Sultanes, Reynosa se alejaba. Marcadaor final: ganaron los Broncos 10 a 8, la serie se puso 2 a 1 Sultanes, la ingesta terminó en tres cervezas dobles y en un detallazo, la gente del estadio abrió el acceso del público a la cancha, y los hijos de mi amigo nos hicieron correr las bases, lanzar pelotas y sudar y sudar.
Terminé hecho una sopa pero feliz, como una lombriz.
Miércoles, 3 de agosto, Estadio Universitario (o el "Volcán")
Ir al Universitario entre semana es toda una odisea.
Y aunque el juego casi siempre es programado relativamente tarde, 20:45 de la noche, el tráfico que hay justo al llegar al estadio es prácticamente imposible.
Uno quisiera irse con tres horas de anticipación, pero se corre el riesgo de llegar muuuy temprano, de tomar muuuucha cerveza, y de agotar tooodo tema de conversación posible. La neta, no soy tan brillante y simpático para mantener a un auditorio atento.
Así hay que irse a la hora que hay que irse; hacer la fila de autos que hay que hacer; estacionar el auto en la calle como los demás; y caminar lo que hay que caminar. Por toda esta odisea, el público es exigente con los Tigres. Si no ganan con la chinga que uno se puso, pues ya ni chingan. Así de sufridos somos los que queremos a este equipo.
Ya en el estadio, la gente era optimista a medias: vamos invictos, pero no hemos ganado; no podemos con Toluca en el Uni, pero estos "Diablos" no asustan a nadie.
En fin, así las cosas los "TI-GUE-RES" se fueron arriba con un golazo de Héctor Mancilla en el primer tiempo; Sinha del Toluca metió un penalty que el arbitro anuló, lo volvió a cobrar y.... ¡Palos lo paró!; más tarde Lucas Lobos, nuestro ídolo mete un golazo de cabeza, ¡y a Talavera!, el arquero de la Selección Nacional.
El estadio se veía hermoso, íbamos 2 a 0 y todos brincando con la orden: "¡porro po pon!, ¡porro po pon!, ¡el que no salte es Rayado maricón!"
Y que se nos viene la noche.
Primero Nestor Calderón "El Avión", con un zapatazo de fuera del área acorta la distancia, mientras hacíamos olas y pedíamos chelas. Llegó el miedo y llegó Sinha, quien en jugada individual la depositó con clase para el 2-2, ¡para el jodido 2-2!
¿Otro empate? Sí señor.
No perdemos, pero tampoco ganamos. Y hay que regresar hasta el carro en otra odisea y esperar a que todavía esté allí. En esta ciudad ya no se sabe.
Y en la tele, cerca de donde nos sentamos: el Barcelona del Pep Guardiola caía 4 a 1 contra las Chivas y los Sultanes ganaban 7 a 2 y se ponían a un juego de llevarse la serie contra los Broncos y pasar a la final de la zona norte.
Damn! Más malas noticias y más calor. Las tres cervezas dobles no me hicieron ni cosquillas.
Jueves, 4 de agosto, Estadio de Béisbol Monterrey (o el "Palacio Sultán)
Ahora el taxi fue más ducho, rápido y en un santiamén llegó del trabajo al estadio de beis, no sin antes ver pasar a un convoy de granaderas de la Policía Estatal. Hubo balacera afuera del Penal del Topo Chico y todos en el tráfico asustados, en una escena habitual en esta sufrida ciudad.
Ahora fuimos más amigos... y más niños: ocho en total. Llegamos tarde, aunque no tanto, en la parte baja de la segunda entrada con los Broncos arriba 2 a 0. Si perdían éste, adiós hermano y a soportar a los 20 mil fanáticos Sultanes y su actitud: "merecemos estar en finales porque somos regios". Hay cosas que jamás entenderé de esta hermosa tierra.
El partido fue bárbaro, de volteretas, de nulo picheo, con un José Juan Aguilar (¿quién?), noveno al bat de los Broncos, que se fue de 5-5. Vaya, un juegazo.
En las gradas, José Maiz García, dueño de los Sultanes se placeaba en plena precampaña política, y a nosotros nos daban vasos con cerveza con la imagen del estadio y de su cara, para que no se nos olvidara y votemos por él.
Monterrey remontó 3 a 2 en la tercer entrada, lo que ocasionó que el hijo de mi amigo, el Bronco, le pegara a su hermano, que le va los Sultanes, ofuscado por la voltereta. Pero faltaba juego y Reynosa se fue al frente 6 a 3, pero en la baja de la sexta vovieron a ponerse abajo 7 a 6.
Al empezar el noveno inning, el score marcaba 9 carreras por lado y nadie se movía de sus butacas. "Pinches rancheros", gritaban los cosmopolitas aficionados Sultanes a los que fueron, como yo, a apoyar a Reynosa. Deben sentirse residentes de Manhattan, Frankfurt o Viena.
Pero los Broncos tienen mucho bateo: Jesse Gutiérrez, Willis Otáñez, Adán Muñoz, Yurendell de Caster, Marshall McDougall y el mismo Aguilar. Les metieron cinco carreras en la último capítulo, 14-9, se acabó la historia y la serie regresa a Reynosa.
Y otra vez, la directiva Sultán vuelve a dejar pasar a los niños y sus papás al campo para que jueguen después del partido.
Ya en el terreno de juego pensaba, muy confiado, en mood soberbio, que qué bueno que hacían esto, porque estos pobres aficionados van a tener que esperar hasta el 2012 para volverlo a hacer. ¡Qué lástima!
A ver si mi confianza, no fue producto de las tres cervezas dobles, que culminaron un triplete de días, la verdad, inolvidable.
PD
Domingo, triste domingo. Los Sultanes finalmente ganaron la serie. Fueron a Reynosa y con cuatro carreras en el noveno inning, nos pegaron 8-4. A domicilio. Damn!
Martes, 2 de agosto, Estadio de Béisbol Monterrey (o el "Palacio Sultán")
Antes que nada, cabe aclarar que le voy a los Broncos de Reynosa.
Soy orgullosamente regio, pero ni mis 21 años de vivir en esta ciudad han cambiado mi cariño por el equipo fronterizo y por su ciudad, donde viví siete años, suficientes para convertirme en un eterno contreras de los Sultanes, aquí en Monterrey.
Por ello era impensable perderse un juego de playoff contra el archirival en su estadio, aunque el entusiasmo no era el ideal. Durante la temporada regular los Broncos fueron el mejor equipo como local, pero los Sultanes nos habían ganado los primeros dos de la serie en el López Mateos. Así que para sobrevivir había que ganar hoy y llevarse dos de tres en el regio.
Mi plan era irme desde mi trabajo en camión y luego en metro, para luego caminar aproximadamente un kilómetro a través del Parque Niños Héroes y llegar al estadio, comprar boleto y alcanzar a un cuate y sus hijos que me esperaban. Je, je, bonito plan, pero un sueño guajiro: hacía un calor de miércoles, y apenas era martes.
Así, en taxi (pinche fresa), por Venustiano Carranza, entre el Mercado Campesino y la "Coyotera" (pinche fresa al cuadrado), llego después de siglos a Fidel Velázquez y luego a Barragán hacia el estadio quejándome por el tráfico (pinche fresa al cubo). Ya iba tarde.
Después de la parafernalia de entrar, dónde te sientas y demás, observo en la pizarra la primer caricia: 8-0 Broncos, en la parte baja de la tercera entrada.
Luego, la segunda buena noticia: el mayor de los tres hijos de mi amigo (una multitud), un pequeño de apenas 8 años de edad en pleno "Palacio Sultán", declara su amor por los Broncos, y sin que el "tío" le dijera nada. ¡Qué pop!
Hasta allí lo bueno, porque los Sultanes remontaron hasta acercarse 8 a 6 en la quinta entrada. La historia de toda la temporada de los Broncos que tienen que anotar arriba de 10 carreras para aspirar a ganar, porque picheo no hay. Esa noche los Sultanes pegaron... ¡18 hits!
Lo bueno es que hubo poder, cortesía de Willis Otáñez y cada que se acercaban los Sultanes, Reynosa se alejaba. Marcadaor final: ganaron los Broncos 10 a 8, la serie se puso 2 a 1 Sultanes, la ingesta terminó en tres cervezas dobles y en un detallazo, la gente del estadio abrió el acceso del público a la cancha, y los hijos de mi amigo nos hicieron correr las bases, lanzar pelotas y sudar y sudar.
Terminé hecho una sopa pero feliz, como una lombriz.
Miércoles, 3 de agosto, Estadio Universitario (o el "Volcán")
Ir al Universitario entre semana es toda una odisea.
Y aunque el juego casi siempre es programado relativamente tarde, 20:45 de la noche, el tráfico que hay justo al llegar al estadio es prácticamente imposible.
Uno quisiera irse con tres horas de anticipación, pero se corre el riesgo de llegar muuuy temprano, de tomar muuuucha cerveza, y de agotar tooodo tema de conversación posible. La neta, no soy tan brillante y simpático para mantener a un auditorio atento.
Así hay que irse a la hora que hay que irse; hacer la fila de autos que hay que hacer; estacionar el auto en la calle como los demás; y caminar lo que hay que caminar. Por toda esta odisea, el público es exigente con los Tigres. Si no ganan con la chinga que uno se puso, pues ya ni chingan. Así de sufridos somos los que queremos a este equipo.
Ya en el estadio, la gente era optimista a medias: vamos invictos, pero no hemos ganado; no podemos con Toluca en el Uni, pero estos "Diablos" no asustan a nadie.
En fin, así las cosas los "TI-GUE-RES" se fueron arriba con un golazo de Héctor Mancilla en el primer tiempo; Sinha del Toluca metió un penalty que el arbitro anuló, lo volvió a cobrar y.... ¡Palos lo paró!; más tarde Lucas Lobos, nuestro ídolo mete un golazo de cabeza, ¡y a Talavera!, el arquero de la Selección Nacional.
El estadio se veía hermoso, íbamos 2 a 0 y todos brincando con la orden: "¡porro po pon!, ¡porro po pon!, ¡el que no salte es Rayado maricón!"
Y que se nos viene la noche.
Primero Nestor Calderón "El Avión", con un zapatazo de fuera del área acorta la distancia, mientras hacíamos olas y pedíamos chelas. Llegó el miedo y llegó Sinha, quien en jugada individual la depositó con clase para el 2-2, ¡para el jodido 2-2!
¿Otro empate? Sí señor.
No perdemos, pero tampoco ganamos. Y hay que regresar hasta el carro en otra odisea y esperar a que todavía esté allí. En esta ciudad ya no se sabe.
Y en la tele, cerca de donde nos sentamos: el Barcelona del Pep Guardiola caía 4 a 1 contra las Chivas y los Sultanes ganaban 7 a 2 y se ponían a un juego de llevarse la serie contra los Broncos y pasar a la final de la zona norte.
Damn! Más malas noticias y más calor. Las tres cervezas dobles no me hicieron ni cosquillas.
Jueves, 4 de agosto, Estadio de Béisbol Monterrey (o el "Palacio Sultán)
Ahora el taxi fue más ducho, rápido y en un santiamén llegó del trabajo al estadio de beis, no sin antes ver pasar a un convoy de granaderas de la Policía Estatal. Hubo balacera afuera del Penal del Topo Chico y todos en el tráfico asustados, en una escena habitual en esta sufrida ciudad.
Ahora fuimos más amigos... y más niños: ocho en total. Llegamos tarde, aunque no tanto, en la parte baja de la segunda entrada con los Broncos arriba 2 a 0. Si perdían éste, adiós hermano y a soportar a los 20 mil fanáticos Sultanes y su actitud: "merecemos estar en finales porque somos regios". Hay cosas que jamás entenderé de esta hermosa tierra.
El partido fue bárbaro, de volteretas, de nulo picheo, con un José Juan Aguilar (¿quién?), noveno al bat de los Broncos, que se fue de 5-5. Vaya, un juegazo.
En las gradas, José Maiz García, dueño de los Sultanes se placeaba en plena precampaña política, y a nosotros nos daban vasos con cerveza con la imagen del estadio y de su cara, para que no se nos olvidara y votemos por él.
Monterrey remontó 3 a 2 en la tercer entrada, lo que ocasionó que el hijo de mi amigo, el Bronco, le pegara a su hermano, que le va los Sultanes, ofuscado por la voltereta. Pero faltaba juego y Reynosa se fue al frente 6 a 3, pero en la baja de la sexta vovieron a ponerse abajo 7 a 6.
Al empezar el noveno inning, el score marcaba 9 carreras por lado y nadie se movía de sus butacas. "Pinches rancheros", gritaban los cosmopolitas aficionados Sultanes a los que fueron, como yo, a apoyar a Reynosa. Deben sentirse residentes de Manhattan, Frankfurt o Viena.
Pero los Broncos tienen mucho bateo: Jesse Gutiérrez, Willis Otáñez, Adán Muñoz, Yurendell de Caster, Marshall McDougall y el mismo Aguilar. Les metieron cinco carreras en la último capítulo, 14-9, se acabó la historia y la serie regresa a Reynosa.
Y otra vez, la directiva Sultán vuelve a dejar pasar a los niños y sus papás al campo para que jueguen después del partido.
Ya en el terreno de juego pensaba, muy confiado, en mood soberbio, que qué bueno que hacían esto, porque estos pobres aficionados van a tener que esperar hasta el 2012 para volverlo a hacer. ¡Qué lástima!
A ver si mi confianza, no fue producto de las tres cervezas dobles, que culminaron un triplete de días, la verdad, inolvidable.
PD
Domingo, triste domingo. Los Sultanes finalmente ganaron la serie. Fueron a Reynosa y con cuatro carreras en el noveno inning, nos pegaron 8-4. A domicilio. Damn!
viernes, 22 de julio de 2011
EL CABRITO Y EL SANCHO
Ya sé que es tarde y que esta entrega debí hacerla un día o máximo dos después del pasado sábado.
Y es que ese, fue un día triste y de agradecimiento hacia Jesús, "el Cabrito" Arellano y por supuesto Antonio Sancho. Pero al ser el primero Rayado y el otro Tigre, las comparaciones respecto a las ceremonias de despedida, que se hicieron el mismo día, no se hicieron sentir.
En la radio, quizá el medio de comunicación más popular en Monterrey gracias a los constantes programas de polémica futbolera, un aficionado le dice al conductor: "Para mi el Cabrito fue el mejor, el más grande que ha tenido la ciudad, el único regio sobresaliente, en cambio Sancho...". Claro, de qué sirve ensalzar al ídolo si de reojo no se ve al odiado rival agonizante, moribundo, babeando.
Y en otra llamada viene la réplica: "Si hay alguien pulcro, profesional y fiel a sus colores es Antonio Sancho". Cuestión de percepción porque tras su rostro amable, se escondía un medio de contención que metía duro la pierna y que era amonestado cada que pisaba una cancha.
Y así fue, los aficionados se enfancharon en una polémica inútil desde mi punto de vista, ni siquiera sabrosa para unas chelas. Que si Arellano no era todo un profesional por tener tatuajes y fumar (se les olvidaba decir que era un diablo para jugar) y por el otro lado Sancho era una persona seria (también futbolista, ¿eh?), conocedor del juego, filósofo y adjetivos por el estilo provocados porque usa lentes.
En este País eso da en automático el grado de un doctorado.
La realidad del pleito es que uno es Rayado y el otro Tigre.
Y se avecina para ambos, una temporada de alarido, que ni en fiestas ni homenajes se debe perder. Pero antes de caer en ese remolino, vámonos por partes y despacio.
Why are the young always in a rush? Never have the time to stop, to stop and smell the flowers.
¡Jesús! "El Cabrito"
Tengo dos memorias puntuales de Jesús Arellano.
La primera con la Selección Mexicana en el Mundial de Francia 98, cuando entró de cambio en el partido contra Alemania en Octavos de Final. Iban unos minutitos del segundo tiempo y ¡sorpresa!, ¡México ganaba 1 a 0, con gol de Luis Hernández!
La realidad, los alemanes no sabían qué diablos pasaba cuando un chaparrito de pelo corto (así lo usaba Arellano entonces) la toma atrás de la media cancha y la muestra a los rivales, como si dijera "esta bola es mía". Y luego se arranca el Cabrito cabrón burlándose a uno, a otro y a otro, ¡llega al área!, ¡va a tirar!... ¡palo! (http://www.youtube.com/watch?v=X5gvB-sJgvY)
La bola le llegó a un nacional que la recentró para Luis Hernández, quien sólo en el área, escupió un tirito que le llegó a las manos del arquero-guaradameta-portero alemán.
¡Damn!
Minutos más tarde los teutones nos empatarían y darían la vuelta gracias a los errores de Raúl Rodrigo Lara, americanista y villano nacional por excelencia para nosotros, los sufridos aficionados del Tri.
¡Doble Damn!
El otro recuerdo, es uno triste para mi y muy feliz para los Rayados: el famoso 4 a 1 en semifinales en el Universitario. Nos golearon, nos eliminaron, nos humillaron y Arellano jugó un partidazo, con gol y toda la cosa (http://www.youtube.com/watch?v=ZF2alp5QK68)
Quisiera elaborar más, pero mis dedos se niegan a seguir escribiendo.
Increíble, todavía duele.
Hasta siempre Cabrito.
El Sancho
No importara el técnico, la alineación, o la estrella en turno que jugara con Tigres: Antonio Sancho siempre fue el líder y muchas veces capitán del 11 titular de los Tigres.
Su palmarés no incluye torneos oficiales de la Selección Nacional, sólo jugó en Pumas y Tigres y ¡ah!, tenía, como jugador, un genio del carajo.
De él recuerdo ser pieza clave, junto a Fabián Cubero, de la contención felina con el equipazo de Nery Pumpido.
Su despedida el pasado sábado fue sobria, contra la UNAM, el equipo con el que debutó y con quien jugó los primeros 10 minutos del encuentro. Al medio tiempo, con su familia, le dio la vuelta al estadio y casi al finalizar el partido entró otros 10 minutos con los Tigres. Finalizando su carrera como jugador y empezando la de directivo con los felinos: será director deportivo.
Que por cierto, nunca entendí qué hace uno.
Ojalá que él, le de significado.
Así que aquí está un video sobre sus andananzas en el panbol nacional, delicadamente musicalizado con "Du Hast" de Rammstein (http://www.youtube.com/watch?v=k_rnrTO0ZDM)
¡Qué pop!
Y como colofón...
Mis entregas fallidas.
Aquellos textos que hice antes y que no pude publicar en el blog por: huevón, inepto, borracho, no apto para la tecnología y demás.
Son de tenis. relacionados a Wimbledon.
Ojalá les gusten:
Y es que ese, fue un día triste y de agradecimiento hacia Jesús, "el Cabrito" Arellano y por supuesto Antonio Sancho. Pero al ser el primero Rayado y el otro Tigre, las comparaciones respecto a las ceremonias de despedida, que se hicieron el mismo día, no se hicieron sentir.
En la radio, quizá el medio de comunicación más popular en Monterrey gracias a los constantes programas de polémica futbolera, un aficionado le dice al conductor: "Para mi el Cabrito fue el mejor, el más grande que ha tenido la ciudad, el único regio sobresaliente, en cambio Sancho...". Claro, de qué sirve ensalzar al ídolo si de reojo no se ve al odiado rival agonizante, moribundo, babeando.
Y en otra llamada viene la réplica: "Si hay alguien pulcro, profesional y fiel a sus colores es Antonio Sancho". Cuestión de percepción porque tras su rostro amable, se escondía un medio de contención que metía duro la pierna y que era amonestado cada que pisaba una cancha.
Y así fue, los aficionados se enfancharon en una polémica inútil desde mi punto de vista, ni siquiera sabrosa para unas chelas. Que si Arellano no era todo un profesional por tener tatuajes y fumar (se les olvidaba decir que era un diablo para jugar) y por el otro lado Sancho era una persona seria (también futbolista, ¿eh?), conocedor del juego, filósofo y adjetivos por el estilo provocados porque usa lentes.
En este País eso da en automático el grado de un doctorado.
La realidad del pleito es que uno es Rayado y el otro Tigre.
Y se avecina para ambos, una temporada de alarido, que ni en fiestas ni homenajes se debe perder. Pero antes de caer en ese remolino, vámonos por partes y despacio.
Why are the young always in a rush? Never have the time to stop, to stop and smell the flowers.
¡Jesús! "El Cabrito"
Tengo dos memorias puntuales de Jesús Arellano.
La primera con la Selección Mexicana en el Mundial de Francia 98, cuando entró de cambio en el partido contra Alemania en Octavos de Final. Iban unos minutitos del segundo tiempo y ¡sorpresa!, ¡México ganaba 1 a 0, con gol de Luis Hernández!
La realidad, los alemanes no sabían qué diablos pasaba cuando un chaparrito de pelo corto (así lo usaba Arellano entonces) la toma atrás de la media cancha y la muestra a los rivales, como si dijera "esta bola es mía". Y luego se arranca el Cabrito cabrón burlándose a uno, a otro y a otro, ¡llega al área!, ¡va a tirar!... ¡palo! (http://www.youtube.com/watch?v=X5gvB-sJgvY)
La bola le llegó a un nacional que la recentró para Luis Hernández, quien sólo en el área, escupió un tirito que le llegó a las manos del arquero-guaradameta-portero alemán.
¡Damn!
Minutos más tarde los teutones nos empatarían y darían la vuelta gracias a los errores de Raúl Rodrigo Lara, americanista y villano nacional por excelencia para nosotros, los sufridos aficionados del Tri.
¡Doble Damn!
El otro recuerdo, es uno triste para mi y muy feliz para los Rayados: el famoso 4 a 1 en semifinales en el Universitario. Nos golearon, nos eliminaron, nos humillaron y Arellano jugó un partidazo, con gol y toda la cosa (http://www.youtube.com/watch?v=ZF2alp5QK68)
Quisiera elaborar más, pero mis dedos se niegan a seguir escribiendo.
Increíble, todavía duele.
Hasta siempre Cabrito.
El Sancho
No importara el técnico, la alineación, o la estrella en turno que jugara con Tigres: Antonio Sancho siempre fue el líder y muchas veces capitán del 11 titular de los Tigres.
Su palmarés no incluye torneos oficiales de la Selección Nacional, sólo jugó en Pumas y Tigres y ¡ah!, tenía, como jugador, un genio del carajo.
De él recuerdo ser pieza clave, junto a Fabián Cubero, de la contención felina con el equipazo de Nery Pumpido.
Su despedida el pasado sábado fue sobria, contra la UNAM, el equipo con el que debutó y con quien jugó los primeros 10 minutos del encuentro. Al medio tiempo, con su familia, le dio la vuelta al estadio y casi al finalizar el partido entró otros 10 minutos con los Tigres. Finalizando su carrera como jugador y empezando la de directivo con los felinos: será director deportivo.
Que por cierto, nunca entendí qué hace uno.
Ojalá que él, le de significado.
Así que aquí está un video sobre sus andananzas en el panbol nacional, delicadamente musicalizado con "Du Hast" de Rammstein (http://www.youtube.com/watch?v=k_rnrTO0ZDM)
¡Qué pop!
Y como colofón...
Mis entregas fallidas.
Aquellos textos que hice antes y que no pude publicar en el blog por: huevón, inepto, borracho, no apto para la tecnología y demás.
Son de tenis. relacionados a Wimbledon.
Ojalá les gusten:
El NÚMERO 1... CONTRA EL NÚMERO 1
1 de julio
Wimbledon no puede tener mejor desenlace.
Este domingo Rafael Nadal defenderá su título ante Novak Djokovic, en lo que promete ser una final de antología en el torneo de tenis de más tradición en el Mundo.
El partido por si solo es atractivo, pero hay tantos ingredientes alrededor de este par, que hacen del encuentro uno que promete ser el mejor del año. Así de sencillo.
Por un lado está Rafa, el español, el todavía número 1 del ranking mundial y actual monarca de este Grand Slam que intentará repetir lo que hizo Björn Borg varias veces: ganar primero en la tierra batida de Roland Garros y después en el césped sagrado de Wimbledon.
Es el mejor, el némesis de Roger Federer y el obstáculo infranqueable de todo tenista que se le atraviesa. No ha perdido en ese torneo desde el 2007, cuando cayó en cinco sets en la final contra el suizo.
Luego, está Novak Djokovic, Nole, el Djoker, el otrora tenista que imitaba a sus contrincantes en el vestidor (www.youtube.com/watch?v=9jYMOaRfB9E) y ahora, más serio, ahora se dedica a ganarles.
Solo ha perdido una vez este año, contra Federer en semifinales de Roland Garros y le ha ganado a Nadal este año en cuatro ocasiones: en las finales de los Masters de Indian Wells, Miami, Madrid y Roma (www.youtube.com/watch?v=QZgqzrHrnZQ). Es decir en cancha dura y arcilla, la favorita del de Manacor.
A partir de este lunes, sin importar si pierde la final, se convertirá en el número 1 del Mundo, pero.... es su primer final en Wimbledon y la presión podría hacerle una jugarreta al temperamental serbio.
Dato curioso: Nadal sí le ganó a Djokovic este 2011, en un partido de exhibición en Colombia (www.youtube.com/watch?v=EGxdGatMVxM).
¿Hay algo mejor para empezar el primer día de la semana?
No lo creo.
Voy con el Djoker en cinco sets.
Carajo
Los jugadores del TRI no entienden y alimentan y alimentan los programas de los especialistas (?) que están ávidos de notas negativas.
La que participaría en la Copa América era una selección mexicana sub 22, promesas del balompié nacional que se codearían en un torneo con figuras como Messi, Forlán, Robinho o Pato, entre otros.
Allí, cientos de visores y scouts europeos los observarían y en un golpe de suerte, a la Rafa Márquez, podrían emigrar a un club europeo y así transformar su vida y expectativas. El cielo era el límite.
Pero no, prefirieron hablarle a unas prostitutas ecuatorianas y las metieron en su hotel en Quito. Al día siguiente les robaron pertenencias en sus cuartos e indignados lo denunciaron, revelándose así que los chavitos habían metido mujeres de la vida galante en plena concentración.
El Chepo suspendió a ocho y al utilero, sin importar si fueron actores o solapadores.
Así, Marco Fabián, Jonathan dos Santos del Barcelona, Israel Jiménez, Néstor Vidrio, Javier Cortés, Jorge Hernández, David Cabrera y Néstor Calderón salieron por la puerta de atrás, perdieron la oportunidad de lucirse y estarán suspendidos por 6 meses del equipo tricolor.
Qué desperdicio.
¿Argentina, Brasil?
Ya empezó la Copa América. Y aunque Paraguay, Chile, Uruguay y hasta Colombia lucen fuertes, todo parece indicar que la gran final será entre Argentina y Brasil.
¿Y México? Creo, que con todo y los escándalos llegará a cuartos y tal vez, con suerte...
Mejor esperemos.
Nota a esta entrega: Pues ni Brasil, ni Argentina, ni México. Uruguay contra Paraguay, que por cierto llega a la final sin ganar un solo partido. Increíble.
Wimbledon no puede tener mejor desenlace.
Este domingo Rafael Nadal defenderá su título ante Novak Djokovic, en lo que promete ser una final de antología en el torneo de tenis de más tradición en el Mundo.
El partido por si solo es atractivo, pero hay tantos ingredientes alrededor de este par, que hacen del encuentro uno que promete ser el mejor del año. Así de sencillo.
Por un lado está Rafa, el español, el todavía número 1 del ranking mundial y actual monarca de este Grand Slam que intentará repetir lo que hizo Björn Borg varias veces: ganar primero en la tierra batida de Roland Garros y después en el césped sagrado de Wimbledon.
Es el mejor, el némesis de Roger Federer y el obstáculo infranqueable de todo tenista que se le atraviesa. No ha perdido en ese torneo desde el 2007, cuando cayó en cinco sets en la final contra el suizo.
Luego, está Novak Djokovic, Nole, el Djoker, el otrora tenista que imitaba a sus contrincantes en el vestidor (www.youtube.com/watch?v=9jYMOaRfB9E) y ahora, más serio, ahora se dedica a ganarles.
Solo ha perdido una vez este año, contra Federer en semifinales de Roland Garros y le ha ganado a Nadal este año en cuatro ocasiones: en las finales de los Masters de Indian Wells, Miami, Madrid y Roma (www.youtube.com/watch?v=QZgqzrHrnZQ). Es decir en cancha dura y arcilla, la favorita del de Manacor.
A partir de este lunes, sin importar si pierde la final, se convertirá en el número 1 del Mundo, pero.... es su primer final en Wimbledon y la presión podría hacerle una jugarreta al temperamental serbio.
Dato curioso: Nadal sí le ganó a Djokovic este 2011, en un partido de exhibición en Colombia (www.youtube.com/watch?v=EGxdGatMVxM).
¿Hay algo mejor para empezar el primer día de la semana?
No lo creo.
Voy con el Djoker en cinco sets.
Carajo
Los jugadores del TRI no entienden y alimentan y alimentan los programas de los especialistas (?) que están ávidos de notas negativas.
La que participaría en la Copa América era una selección mexicana sub 22, promesas del balompié nacional que se codearían en un torneo con figuras como Messi, Forlán, Robinho o Pato, entre otros.
Allí, cientos de visores y scouts europeos los observarían y en un golpe de suerte, a la Rafa Márquez, podrían emigrar a un club europeo y así transformar su vida y expectativas. El cielo era el límite.
Pero no, prefirieron hablarle a unas prostitutas ecuatorianas y las metieron en su hotel en Quito. Al día siguiente les robaron pertenencias en sus cuartos e indignados lo denunciaron, revelándose así que los chavitos habían metido mujeres de la vida galante en plena concentración.
El Chepo suspendió a ocho y al utilero, sin importar si fueron actores o solapadores.
Así, Marco Fabián, Jonathan dos Santos del Barcelona, Israel Jiménez, Néstor Vidrio, Javier Cortés, Jorge Hernández, David Cabrera y Néstor Calderón salieron por la puerta de atrás, perdieron la oportunidad de lucirse y estarán suspendidos por 6 meses del equipo tricolor.
Qué desperdicio.
¿Argentina, Brasil?
Ya empezó la Copa América. Y aunque Paraguay, Chile, Uruguay y hasta Colombia lucen fuertes, todo parece indicar que la gran final será entre Argentina y Brasil.
¿Y México? Creo, que con todo y los escándalos llegará a cuartos y tal vez, con suerte...
Mejor esperemos.
Nota a esta entrega: Pues ni Brasil, ni Argentina, ni México. Uruguay contra Paraguay, que por cierto llega a la final sin ganar un solo partido. Increíble.
WIMBLEDON
13 junio
Me acaban de robar el auto.
A punta de pistola, tres adolescentes se hicieron de mi auto y cartera afuera de una tienda de conveniencia justo después de comprar un six de cerveza para ver el partido de México contra Costa Rica en la Copa Oro.
Me acaban de robar el auto y sí, la situación en Monterrey es muy difícil.
Fue durante la tarde del domingo, 12 de junio y ese día la agenda deportiva era la siguiente: ver por dos horas el Sultanes de Monterrey contra los entonces superlíderes Broncos de Reynosa de la Liga Mexicana de Béisbol, que empezaba a las 5 de la tarde; luego el partido de la Selección Mexicana contra los ticos de LaVolpe que empezaba a las 7; y más tarde terminar de ver el sexto juego de la NBA entre los Mavericks y el Heat de Miami, donde finalmente ganaron los texanos logrando el título, su primero en la historia de la franquicia.
Pero me robaron el auto, la cartera y no pude ver absolutamente nada.
Y ahora, que escribo esto y que quiero platicarles del título de los Mavs, de la probable inocencia de los jugadores mexicanos separados del Tricolor por dopaje, del paso de la Selección en la Copa Oro, del probable fin del paro patronal de la NFL sólo pienso en dos cosas: mi auto robado y curioso... en Wimbledon.
Y cómo no hacerlo, si de la tierra batida de Roland Garros aún reverberan el partidazo de Roger Ferderer contra Novak Djokovic donde el suizo le cortó una racha de 43 triunfos consecutivos (41 este año) al serbio (http://www.youtube.com/watch?v=3ZRJv6LAIAg); luego, la final donde Federer también tuvo sus opciones ante Rafael Nadal (http://www.youtube.com/watch?v=xn7Wwph5KqU), quien confirmó es el rey de esta superficie, empató en títulos de Francia al sueco Björn Borg y se erigió como probablemente el mejor jugador defensivo de la historia; ¿y qué tal la campaña de Andy Murray quien, pese a que la arcilla no es su superficie predilecta, llegó a semifinales y con una pierna (la otra no servía) le compitió durante tres sets... y tres horas a Nadal?
Sí, quiero mi auto, pero más quiero estar viendo Wimbledon.
Allí, de seguro el "Djoker" le arrebatará el número uno a Nadal; Federer tendrá otra campaña que lo llevará a semifinales con opciones al título; Murray tendrá el apoyo y la presión del exigente público británico, aunque haga magia (http://www.youtube.com/watch?v=u7euMZ0L69g); ah, y Nadal, el campeón llegará hasta las últimas instancias y de ya, es el favorito para repetir.
Cuando se habla del tenis varonil, hoy en día sólo se mencionan estos cuatro nombres y les garantizo, no es nada aburrido.
Ellos, han sido los mejores del Mundo por varios años y están escribiendo una historia similar a la que redactaron John McEnroe, Jimmy Connors, Björn Borg e Ivan Lendl.
Bajo ninguna circunstancia se vaya a perder un juego de estos monstruos del sigo 21.
¿No me cree? Observe los links.
Me acaban de robar el auto.
Pero gracias a Dios existe Wimbledon para olvidarlo.
Nota a esta entrega: Mi auto jamás apareció, como Roddick tampoco lo hizo en este torneo.
Me acaban de robar el auto.
A punta de pistola, tres adolescentes se hicieron de mi auto y cartera afuera de una tienda de conveniencia justo después de comprar un six de cerveza para ver el partido de México contra Costa Rica en la Copa Oro.
Me acaban de robar el auto y sí, la situación en Monterrey es muy difícil.
Fue durante la tarde del domingo, 12 de junio y ese día la agenda deportiva era la siguiente: ver por dos horas el Sultanes de Monterrey contra los entonces superlíderes Broncos de Reynosa de la Liga Mexicana de Béisbol, que empezaba a las 5 de la tarde; luego el partido de la Selección Mexicana contra los ticos de LaVolpe que empezaba a las 7; y más tarde terminar de ver el sexto juego de la NBA entre los Mavericks y el Heat de Miami, donde finalmente ganaron los texanos logrando el título, su primero en la historia de la franquicia.
Pero me robaron el auto, la cartera y no pude ver absolutamente nada.
Y ahora, que escribo esto y que quiero platicarles del título de los Mavs, de la probable inocencia de los jugadores mexicanos separados del Tricolor por dopaje, del paso de la Selección en la Copa Oro, del probable fin del paro patronal de la NFL sólo pienso en dos cosas: mi auto robado y curioso... en Wimbledon.
Y cómo no hacerlo, si de la tierra batida de Roland Garros aún reverberan el partidazo de Roger Ferderer contra Novak Djokovic donde el suizo le cortó una racha de 43 triunfos consecutivos (41 este año) al serbio (http://www.youtube.com/watch?v=3ZRJv6LAIAg); luego, la final donde Federer también tuvo sus opciones ante Rafael Nadal (http://www.youtube.com/watch?v=xn7Wwph5KqU), quien confirmó es el rey de esta superficie, empató en títulos de Francia al sueco Björn Borg y se erigió como probablemente el mejor jugador defensivo de la historia; ¿y qué tal la campaña de Andy Murray quien, pese a que la arcilla no es su superficie predilecta, llegó a semifinales y con una pierna (la otra no servía) le compitió durante tres sets... y tres horas a Nadal?
Sí, quiero mi auto, pero más quiero estar viendo Wimbledon.
Allí, de seguro el "Djoker" le arrebatará el número uno a Nadal; Federer tendrá otra campaña que lo llevará a semifinales con opciones al título; Murray tendrá el apoyo y la presión del exigente público británico, aunque haga magia (http://www.youtube.com/watch?v=u7euMZ0L69g); ah, y Nadal, el campeón llegará hasta las últimas instancias y de ya, es el favorito para repetir.
Cuando se habla del tenis varonil, hoy en día sólo se mencionan estos cuatro nombres y les garantizo, no es nada aburrido.
Ellos, han sido los mejores del Mundo por varios años y están escribiendo una historia similar a la que redactaron John McEnroe, Jimmy Connors, Björn Borg e Ivan Lendl.
Bajo ninguna circunstancia se vaya a perder un juego de estos monstruos del sigo 21.
¿No me cree? Observe los links.
Me acaban de robar el auto.
Pero gracias a Dios existe Wimbledon para olvidarlo.
Nota a esta entrega: Mi auto jamás apareció, como Roddick tampoco lo hizo en este torneo.
miércoles, 13 de julio de 2011
"CAMPIONES" DEL MUNDO CARNAL
Tras la épica semifinal contra Alemania, los chavitos de la Sub 17 sólo tenían que confirmar la gesta. Sólo basta un triunfo sobre Uruguay en la final, ante más de 100 mil espectadores en el Estadio Azteca del Distrito Federal.
Nomás.
Para todos, el cuadro charrúa era de menor calidad que el de los germanos. Sí, le habían ganado a Brasil 3 a 0 en la otra semifinal, sin embargo no lucían, o al menos así lo decían los especialistas en la tele, tan fuertes como otros rivales del Tri en el mismo Mundial.
Sin embargo algo estaba mal.
Por un lado la cobertura de las televisoras, llevando a los televidentes historias de los jugadores nacionales, su traslado al estadio, reportajes sobre los hobbies de nuestros nuevos héroes y repitiendo constantemente la crónica del gol de chilena de Julio Gómez, "nuestro nuevo niño héroe", expresaba el comentarista que le tocó narrar el partido.
Pero también era la expectativa de todos nosotros. "¿Qué vas a hacer el domingo a las 6 de la tarde?", "nada, tal vez quedarme en casa", respondían los que dicen no gustar del futbol y que en secreto, y la tele con el mínimo de volumen veían a la Selección como pornografía.
Es verdad, toooooodos estábamos al pendiente, y por ello, tal vez la cosa podía revertirse. No olvidar que el rival era Uruguay, como pasó en el Mundial de Brasil en 1950, cuando todos anticipaban un triunfo carioca, periódicos, afición y hasta el Presidente, que los felicitó por su triunfo... ¡un día antes de jugar la final!
¿Y qué pasó? Que a 11 minutos del final Alcides Ghiggia metió el 2 -1 definitivo para Uruguay, enmudeciendo a casi 180 mil espectadores en el Estadio Maracaná de Rio de Janeiro. Se dice que después del partido hubo suicidios. A este hecho se le conoce como "Maracanazo".
¿Y habría Aztecazo? Las condiciones estaban dadas en explosivo coctel molotov: una afición deseosa de un triunfo, aunque sea en canicas; y medios televisivos echando leña al fuego de manera irresponsable y brutal.
Sí, los uruguayos eran 11, y los mexicanos, 110 millones. No era un duelo parejo.
Pero empezó el juego. El tenso trámite hacía que invocáramos aliados externos como la lluvia (que habría más tarde), la contaminación (que no había), y la altura de la Ciudad de México (que siempre está).
Pero no pasaba nada con los charrúas: seguían corriendo pero defendiendo y los nuestros, ignorando el pánico escénico corrían y tocaban ligeramente mejor, pero sin mostrar una superioridad que alimentara, ¿más?, el optimismo de todos.
Y llegó un centro, Fierro retrasa la bola y Briseño, nuestro central y capitán rebana la pelota y la mete. Minuto 30 del primer tiempo y ya hay promesa de que festejaremos a lo grande en hora y media después.
Pero los uruguayos, como los alemanes, tienen tamaños y estrellan dos balones en el poste, uno de Elbio Álvarez, el mejor jugador charrúa y otro de Juan San Martín, en el segundo tiempo.
Ya en el complemento pasaban los minutos, la altura ya hacía efecto en los sudamericanos, pero los nuestros aguardaban y cedían o a González, o a Espericueta, los de mejor manejo de balón, para salir con el esférico, lejos, muy lejos de nuestra área.
Y en casa, "rompan", "no, mejor toquen", "Suéltala", "quédatela", "escóndela", "tírala": todos conceptos contradictorios emitidos en la desesperación.
Va una máxima, saquen piedra y cincel: "Jamás esperes congruencia en los últimos minutos de un Mundial".
¿Y Julio Gómez? A nuestra momia tamaulipeca la guardaron porque todavía veía estrellitas. El doctor dijo no, pero había que placearlo antes del silbatazo final y así, tras el rugir del respetable salió al son de "Julio", "Julio", en un momento (¿Carta Blanca?) que hizo erizarnos los pelos. Corrió un rato, pasó por aquí, dio un toque por allá, pero el público estaba completamente extasiado. Yo también.
Tiempo de compensación, el árbitro otorga cuatro minutos, ¿o son 40?, ¿4 horas? Una eternidad para los mexicanos. De pronto una descolgada, se la tocan a Giovanni Casillas, ¡va a tirar!, ¡va a tirar!, ¡tiraaaa! ¡GOOOOOOOOOL!
¡¡¡El 2-0, la final, el Campeonato Mundial, la consagración, la expiación de los
pecados, el pretexto para tomar y tomar más de la cuenta!!!
Llega el final y los consabidos festejos. Por allí, un reportero le hace una entrevista interminable a Julio Gómez mientras él contesta lo mismo; le pregunta otra cosa y sigue con lo mismo. Vamos, pregúntale sobre el clima, la radiación en Japón, cualquier cosa y te contestará lo mismo.
Y de pronto, gracias a Dios por lo largo de esos minutos en cámara, entra a cuadro Steffen Freund, entrenador alemán y otorga una palmada en el rostro de Julio Gómez, reconociendo así al Balón de Oro de la competencia, al valiente jugador que estrelló su cabeza hasta quebrarla buscando un gol, al güerco que con una chilena en el último minuto, les arrebató lo que muy probablemente hubiera sido un campeonato alemán.
Bello detalle.
Nomás.
Para todos, el cuadro charrúa era de menor calidad que el de los germanos. Sí, le habían ganado a Brasil 3 a 0 en la otra semifinal, sin embargo no lucían, o al menos así lo decían los especialistas en la tele, tan fuertes como otros rivales del Tri en el mismo Mundial.
Sin embargo algo estaba mal.
Por un lado la cobertura de las televisoras, llevando a los televidentes historias de los jugadores nacionales, su traslado al estadio, reportajes sobre los hobbies de nuestros nuevos héroes y repitiendo constantemente la crónica del gol de chilena de Julio Gómez, "nuestro nuevo niño héroe", expresaba el comentarista que le tocó narrar el partido.
Pero también era la expectativa de todos nosotros. "¿Qué vas a hacer el domingo a las 6 de la tarde?", "nada, tal vez quedarme en casa", respondían los que dicen no gustar del futbol y que en secreto, y la tele con el mínimo de volumen veían a la Selección como pornografía.
Es verdad, toooooodos estábamos al pendiente, y por ello, tal vez la cosa podía revertirse. No olvidar que el rival era Uruguay, como pasó en el Mundial de Brasil en 1950, cuando todos anticipaban un triunfo carioca, periódicos, afición y hasta el Presidente, que los felicitó por su triunfo... ¡un día antes de jugar la final!
¿Y qué pasó? Que a 11 minutos del final Alcides Ghiggia metió el 2 -1 definitivo para Uruguay, enmudeciendo a casi 180 mil espectadores en el Estadio Maracaná de Rio de Janeiro. Se dice que después del partido hubo suicidios. A este hecho se le conoce como "Maracanazo".
¿Y habría Aztecazo? Las condiciones estaban dadas en explosivo coctel molotov: una afición deseosa de un triunfo, aunque sea en canicas; y medios televisivos echando leña al fuego de manera irresponsable y brutal.
Sí, los uruguayos eran 11, y los mexicanos, 110 millones. No era un duelo parejo.
Pero empezó el juego. El tenso trámite hacía que invocáramos aliados externos como la lluvia (que habría más tarde), la contaminación (que no había), y la altura de la Ciudad de México (que siempre está).
Pero no pasaba nada con los charrúas: seguían corriendo pero defendiendo y los nuestros, ignorando el pánico escénico corrían y tocaban ligeramente mejor, pero sin mostrar una superioridad que alimentara, ¿más?, el optimismo de todos.
Y llegó un centro, Fierro retrasa la bola y Briseño, nuestro central y capitán rebana la pelota y la mete. Minuto 30 del primer tiempo y ya hay promesa de que festejaremos a lo grande en hora y media después.
Pero los uruguayos, como los alemanes, tienen tamaños y estrellan dos balones en el poste, uno de Elbio Álvarez, el mejor jugador charrúa y otro de Juan San Martín, en el segundo tiempo.
Ya en el complemento pasaban los minutos, la altura ya hacía efecto en los sudamericanos, pero los nuestros aguardaban y cedían o a González, o a Espericueta, los de mejor manejo de balón, para salir con el esférico, lejos, muy lejos de nuestra área.
Y en casa, "rompan", "no, mejor toquen", "Suéltala", "quédatela", "escóndela", "tírala": todos conceptos contradictorios emitidos en la desesperación.
Va una máxima, saquen piedra y cincel: "Jamás esperes congruencia en los últimos minutos de un Mundial".
¿Y Julio Gómez? A nuestra momia tamaulipeca la guardaron porque todavía veía estrellitas. El doctor dijo no, pero había que placearlo antes del silbatazo final y así, tras el rugir del respetable salió al son de "Julio", "Julio", en un momento (¿Carta Blanca?) que hizo erizarnos los pelos. Corrió un rato, pasó por aquí, dio un toque por allá, pero el público estaba completamente extasiado. Yo también.
Tiempo de compensación, el árbitro otorga cuatro minutos, ¿o son 40?, ¿4 horas? Una eternidad para los mexicanos. De pronto una descolgada, se la tocan a Giovanni Casillas, ¡va a tirar!, ¡va a tirar!, ¡tiraaaa! ¡GOOOOOOOOOL!
¡¡¡El 2-0, la final, el Campeonato Mundial, la consagración, la expiación de los
pecados, el pretexto para tomar y tomar más de la cuenta!!!
Llega el final y los consabidos festejos. Por allí, un reportero le hace una entrevista interminable a Julio Gómez mientras él contesta lo mismo; le pregunta otra cosa y sigue con lo mismo. Vamos, pregúntale sobre el clima, la radiación en Japón, cualquier cosa y te contestará lo mismo.
Y de pronto, gracias a Dios por lo largo de esos minutos en cámara, entra a cuadro Steffen Freund, entrenador alemán y otorga una palmada en el rostro de Julio Gómez, reconociendo así al Balón de Oro de la competencia, al valiente jugador que estrelló su cabeza hasta quebrarla buscando un gol, al güerco que con una chilena en el último minuto, les arrebató lo que muy probablemente hubiera sido un campeonato alemán.
Bello detalle.
domingo, 10 de julio de 2011
La Chilena
México vence en final de cuento a los alemanes por 3 goles a 2 en la semifinal del Mundial Sub-17
Se suponía que todo se repitiría.
Que el tricolor, sin importar la categoría, o el lugar donde jugasen, quedaría corto contra Alemania.
Después de todo, ellos tienen una liga más poderosa que la nuestra, un futbol más "avanzado"; pundonor o espíritu de lucha que adquieren desde la mismísima concepción; son rubios, son altos y vaya, hasta más guapos que nuestros guerreritos, tan desnutridos e indisciplinados.
Al principio, un gol tempranero de Julio Gómez, al que más tarde le apodarían la "momia", por el vendaje que se le aplicó.
No pasó mucho hasta que Samed Yesil empató por los teutones. Era el minuto 10 y un enorme "gulp" nos teníamos que tragar todos los que torcíamos por los verdes. Más tarde, en ese primer tiempo, los germanos practicaron una suerte de tiro al blanco al arco tricolor y la idea de que tal vez no se fuera a pasar a la final del Mundial en el Azteca cruzó por la cabeza de todos.
Pero gracias a Dios, todos los primeros tiempos tienen 45 minutos, el reloj los marcó y ambos equipos se fueron a resguardar del calor de Torreón, al son de un 1 a 1.
En la transmisión que me tocó ver, TDN, leían una bola de twitters donde la afición expresaba su escepticismo (los menos, yo incluído) y su pesimismo (los más).
Se acordaban de los Cuartos de Final en Monterrey, en el México '86, cuando anularon un gol al "Abuelo" Cruz y perdimos en los malditos penales. Allí, nuestro portero, Pablo Larios Iwasaki voló en todas direcciones, espectacular, pero no paró ni un méndigo disparo alemán y luego, Fernando Quirarte y Raúl Servín nos demostraron que no hay que tirar penales cuando las piernas tiemblan. Es peligroso y el jugador casi siempre falla. (http://www.youtube.com/watch?v=WkoHR2DLsCU)
¿O qué tal el 2 -1 que nos hicieron en los Octavos de Final en Francia '98? Allí, el Tri de Lapuente ganaba 1 a 0 en el segundo tiempo. México tuvo el segundo en los botines de Luis Hernández, pero nada pasó. Los alemanes empataron con Klinsmann y sobre el final nos ganaron con un remate de Stefan Effenberg.
(http://www.youtube.com/watch?v=swmQHEIdD_g) Ambos tantos, cortesía de errores de uno de los innombrables del 'panbol' nacional: el americanista Raúl Rodrigo Lara, de quien también se recuerda su intento de agarrarse a trompos con Ricardo La Volpe en un tristísimo partido de nuestra liga local.
En fin, la vibra era mala. Si ellos no pudieron, ¿qué iban a poder hacer estos chavitos que apenas y sí pueden sostener el uniforme de lo flaco y frágil que se miran por televisón?. Y eso que ésta engorda ocho kilos, dicen las modelos y conductoras.
El segundo tiempo fue diferente, mejor.
Los mexicanos salieron a tocar y a tocar. Lo hacían tan bien que provocaron que el técnico alemán, Steffen Freund, nos diera a los mexicanos una clase de cómo hidratarnos al ver un partido futbol: él abría botes y botes de agua; mientras yo abría y abría latas de cerveza.
Y cuando mejor jugaba México, lo típico: Emre Can toma el balón y se quita a uno, y a otro, y a otro, ¿quién lo detiene? La policía de Torreón está muy lejos y no puede ingresar al campo para arrestarlo y regresarlo a Berlín. Sólo queda el portero que, después de que le disparan se tira en forma dramática, á la Larios, y como él, no pudo detener el balón: al fondo de las piolas, es el 2-1 alemán, al parecer el definitivo.
Después Raúl Gutiérrez, el técnico nacional, se vuelve loco y realiza tres cambios al mismo tiempo.
Y en las casas de este País, el consabido 'se los dije'. En la derrota somos como los griegos o romanos, nadie nos vence en filosofía.
Y sobrevino el milagro, lo inaudito, el tan mentado "fua".
Los verdes, más a empujones que con buen futbol lograron un tiro de esquina. Había peligro, o tal vez algo de peligro, ya que los alemanes miden seis metros de altura y los nuestros apenas y pasamos del metro y medio. Cuando menos así se veían en aquel momento.
Entonces, el orejón Jorge Espericueta, la promesa de Tigres, al que algunos ya le llaman "Dumbo", por el tamaño de sus parabólicas lanza un centro cerrado, pasa entre pinos alemanes y matorrales mexicanos: Julio Gómez, el de Pachuca, quien dejó su natal Tampico a los 12 años para "hacerla en el futbol" brinca y estrella su maceta contra la testa de un alemán, no alcanza el balón, se rompe la crisma, pero no importa, la pelota entró. ¡Gol Olímpico! La locura en Torreón y frente a todos los monitores que estaban encendidos en el territorio nacional.
Habíamos (todos, incluyendo diputados y senadores) empatado a 2 con los alemanes.
Se acercaba el final, México estaba con un jugador menos mientras vendaban a Julio que seguía sangrando. Finalmente mareado, con las piernas temblando, se acerca a la línea y pide su ingreso a la cancha. El árbitro se acerca y se fija que no salga nada de sangre de su turbante hindú y acepta que el tamaulipeco siga en la pelea.
Si a Rocky lo dejan continuar en cada una de sus películas, por qué a él no.
Los aficionados respiramos, ya somos 11 contra 11, aunque Julio no sepa ni cómo se llama, por qué está vendado, o qué deporte es el que se juega.
Y otra vez, a empujones México consigue oootro tiro de esquina. Esta vez nuestro héroe, camisa número 8, no se va al área chica para buscar el remate. No, se queda atrás, más que esperando un balón, para no ser golpeado por algún ingrato alemán.Además faltan dos minutos para que se acabe el partido, o tal vez uno.
Espericueta centra, peinan la bola y ¡sí!, ¡oh, sí! la bola se dirige hacia Julio Gómez. ¿Pero qué va a hacer?
Nada. Sólo aventarse una chilena, que cruza el balón por todo el área alemán, pega en la base del poste contrario y se mete. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GOOOOOOOOOL!!!!!!!!!! México gana 3 a 2 y va a la final del Mundial en el Estadio Azteca contra Uruguay. (http://www.youtube.com/watch?v=E-o-43QE4sA)
Lo que pasó después entre la afición fue confuso: “¿Qué hiciste cuando cayó el gol?”, “Lloré, ¿y tú?”, “me abracé de mi peor enemigo, ¿y tú?”, “no me acuerdo de nada”.
Así pasa cuando las expectativas rebasan lo golpeado del ánimo nacional.
Se suponía que todo se repitiría.
Que el tricolor, sin importar la categoría, o el lugar donde jugasen, quedaría corto contra Alemania.
Después de todo, ellos tienen una liga más poderosa que la nuestra, un futbol más "avanzado"; pundonor o espíritu de lucha que adquieren desde la mismísima concepción; son rubios, son altos y vaya, hasta más guapos que nuestros guerreritos, tan desnutridos e indisciplinados.
Al principio, un gol tempranero de Julio Gómez, al que más tarde le apodarían la "momia", por el vendaje que se le aplicó.
No pasó mucho hasta que Samed Yesil empató por los teutones. Era el minuto 10 y un enorme "gulp" nos teníamos que tragar todos los que torcíamos por los verdes. Más tarde, en ese primer tiempo, los germanos practicaron una suerte de tiro al blanco al arco tricolor y la idea de que tal vez no se fuera a pasar a la final del Mundial en el Azteca cruzó por la cabeza de todos.
Pero gracias a Dios, todos los primeros tiempos tienen 45 minutos, el reloj los marcó y ambos equipos se fueron a resguardar del calor de Torreón, al son de un 1 a 1.
En la transmisión que me tocó ver, TDN, leían una bola de twitters donde la afición expresaba su escepticismo (los menos, yo incluído) y su pesimismo (los más).
Se acordaban de los Cuartos de Final en Monterrey, en el México '86, cuando anularon un gol al "Abuelo" Cruz y perdimos en los malditos penales. Allí, nuestro portero, Pablo Larios Iwasaki voló en todas direcciones, espectacular, pero no paró ni un méndigo disparo alemán y luego, Fernando Quirarte y Raúl Servín nos demostraron que no hay que tirar penales cuando las piernas tiemblan. Es peligroso y el jugador casi siempre falla. (http://www.youtube.com/watch?v=WkoHR2DLsCU)
¿O qué tal el 2 -1 que nos hicieron en los Octavos de Final en Francia '98? Allí, el Tri de Lapuente ganaba 1 a 0 en el segundo tiempo. México tuvo el segundo en los botines de Luis Hernández, pero nada pasó. Los alemanes empataron con Klinsmann y sobre el final nos ganaron con un remate de Stefan Effenberg.
(http://www.youtube.com/watch?v=swmQHEIdD_g) Ambos tantos, cortesía de errores de uno de los innombrables del 'panbol' nacional: el americanista Raúl Rodrigo Lara, de quien también se recuerda su intento de agarrarse a trompos con Ricardo La Volpe en un tristísimo partido de nuestra liga local.
En fin, la vibra era mala. Si ellos no pudieron, ¿qué iban a poder hacer estos chavitos que apenas y sí pueden sostener el uniforme de lo flaco y frágil que se miran por televisón?. Y eso que ésta engorda ocho kilos, dicen las modelos y conductoras.
El segundo tiempo fue diferente, mejor.
Los mexicanos salieron a tocar y a tocar. Lo hacían tan bien que provocaron que el técnico alemán, Steffen Freund, nos diera a los mexicanos una clase de cómo hidratarnos al ver un partido futbol: él abría botes y botes de agua; mientras yo abría y abría latas de cerveza.
Y cuando mejor jugaba México, lo típico: Emre Can toma el balón y se quita a uno, y a otro, y a otro, ¿quién lo detiene? La policía de Torreón está muy lejos y no puede ingresar al campo para arrestarlo y regresarlo a Berlín. Sólo queda el portero que, después de que le disparan se tira en forma dramática, á la Larios, y como él, no pudo detener el balón: al fondo de las piolas, es el 2-1 alemán, al parecer el definitivo.
Después Raúl Gutiérrez, el técnico nacional, se vuelve loco y realiza tres cambios al mismo tiempo.
Y en las casas de este País, el consabido 'se los dije'. En la derrota somos como los griegos o romanos, nadie nos vence en filosofía.
Y sobrevino el milagro, lo inaudito, el tan mentado "fua".
Los verdes, más a empujones que con buen futbol lograron un tiro de esquina. Había peligro, o tal vez algo de peligro, ya que los alemanes miden seis metros de altura y los nuestros apenas y pasamos del metro y medio. Cuando menos así se veían en aquel momento.
Entonces, el orejón Jorge Espericueta, la promesa de Tigres, al que algunos ya le llaman "Dumbo", por el tamaño de sus parabólicas lanza un centro cerrado, pasa entre pinos alemanes y matorrales mexicanos: Julio Gómez, el de Pachuca, quien dejó su natal Tampico a los 12 años para "hacerla en el futbol" brinca y estrella su maceta contra la testa de un alemán, no alcanza el balón, se rompe la crisma, pero no importa, la pelota entró. ¡Gol Olímpico! La locura en Torreón y frente a todos los monitores que estaban encendidos en el territorio nacional.
Habíamos (todos, incluyendo diputados y senadores) empatado a 2 con los alemanes.
Se acercaba el final, México estaba con un jugador menos mientras vendaban a Julio que seguía sangrando. Finalmente mareado, con las piernas temblando, se acerca a la línea y pide su ingreso a la cancha. El árbitro se acerca y se fija que no salga nada de sangre de su turbante hindú y acepta que el tamaulipeco siga en la pelea.
Si a Rocky lo dejan continuar en cada una de sus películas, por qué a él no.
Los aficionados respiramos, ya somos 11 contra 11, aunque Julio no sepa ni cómo se llama, por qué está vendado, o qué deporte es el que se juega.
Y otra vez, a empujones México consigue oootro tiro de esquina. Esta vez nuestro héroe, camisa número 8, no se va al área chica para buscar el remate. No, se queda atrás, más que esperando un balón, para no ser golpeado por algún ingrato alemán.Además faltan dos minutos para que se acabe el partido, o tal vez uno.
Espericueta centra, peinan la bola y ¡sí!, ¡oh, sí! la bola se dirige hacia Julio Gómez. ¿Pero qué va a hacer?
Nada. Sólo aventarse una chilena, que cruza el balón por todo el área alemán, pega en la base del poste contrario y se mete. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GOOOOOOOOOL!!!!!!!!!! México gana 3 a 2 y va a la final del Mundial en el Estadio Azteca contra Uruguay. (http://www.youtube.com/watch?v=E-o-43QE4sA)
Lo que pasó después entre la afición fue confuso: “¿Qué hiciste cuando cayó el gol?”, “Lloré, ¿y tú?”, “me abracé de mi peor enemigo, ¿y tú?”, “no me acuerdo de nada”.
Así pasa cuando las expectativas rebasan lo golpeado del ánimo nacional.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)