domingo, 7 de agosto de 2011

Semana de Estadios

La primer semana de agosto fue una excelente oportunidad para ver de cerca a dos de los estadios de Monterrey y desde luego, para tomar mucha, pero mucha cerveza.


Martes, 2 de agosto, Estadio de Béisbol Monterrey (o el "Palacio Sultán")

Antes que nada, cabe aclarar que le voy a los Broncos de Reynosa.

Soy orgullosamente regio, pero ni mis 21 años de vivir en esta ciudad han cambiado mi cariño por el equipo fronterizo y por su ciudad, donde viví siete años, suficientes para convertirme en un eterno contreras de los Sultanes, aquí en Monterrey.

Por ello era impensable perderse un juego de playoff contra el archirival en su estadio, aunque el entusiasmo no era el ideal. Durante la temporada regular los Broncos fueron el mejor equipo como local, pero los Sultanes nos habían ganado los primeros dos de la serie en el López Mateos. Así que para sobrevivir había que ganar hoy y llevarse dos de tres en el regio.

Mi plan era irme desde mi trabajo en camión y luego en metro, para luego caminar aproximadamente un kilómetro a través del Parque Niños Héroes y llegar al estadio, comprar boleto y alcanzar a un cuate y sus hijos que me esperaban. Je, je, bonito plan, pero un sueño guajiro: hacía un calor de miércoles, y apenas era martes.

Así, en taxi (pinche fresa), por Venustiano Carranza, entre el Mercado Campesino y la "Coyotera" (pinche fresa al cuadrado), llego después de siglos a Fidel Velázquez y luego a Barragán hacia el estadio quejándome por el tráfico (pinche fresa al cubo). Ya iba tarde.


Después de la parafernalia de entrar, dónde te sientas y demás, observo en la pizarra la primer caricia: 8-0 Broncos, en la parte baja de la tercera entrada.

Luego, la segunda buena noticia: el mayor de los tres hijos de mi amigo (una multitud), un pequeño de apenas 8 años de edad en pleno "Palacio Sultán", declara su amor por los Broncos, y sin que el "tío" le dijera nada. ¡Qué pop!

Hasta allí lo bueno, porque los Sultanes remontaron hasta acercarse 8 a 6 en la quinta entrada. La historia de toda la temporada de los Broncos que tienen que anotar arriba de 10 carreras para aspirar a ganar, porque picheo no hay. Esa noche los Sultanes pegaron... ¡18 hits!


Lo bueno es que hubo poder, cortesía de Willis Otáñez y cada que se acercaban los Sultanes, Reynosa se alejaba. Marcadaor final: ganaron los Broncos 10 a 8, la serie se puso 2 a 1 Sultanes, la ingesta terminó en tres cervezas dobles y en un detallazo, la gente del estadio abrió el acceso del público a la cancha, y los hijos de mi amigo nos hicieron correr las bases, lanzar pelotas y sudar y sudar.

Terminé hecho una sopa pero feliz, como una lombriz.



Miércoles, 3 de agosto, Estadio Universitario (o el "Volcán")

Ir al Universitario entre semana es toda una odisea.

Y aunque el juego casi siempre es programado relativamente tarde, 20:45 de la noche, el tráfico que hay justo al llegar al estadio es prácticamente imposible.

Uno quisiera irse con tres horas de anticipación, pero se corre el riesgo de llegar muuuy temprano, de tomar muuuucha cerveza, y de agotar tooodo tema de conversación posible. La neta, no soy tan brillante y simpático para mantener a un auditorio atento.

Así hay que irse a la hora que hay que irse; hacer la fila de autos que hay que hacer; estacionar el auto en la calle como los demás; y caminar lo que hay que caminar. Por toda esta odisea, el público es exigente con los Tigres. Si no ganan con la chinga que uno se puso, pues ya ni chingan. Así de sufridos somos los que queremos a este equipo.

Ya en el estadio, la gente era optimista a medias: vamos invictos, pero no hemos ganado; no podemos con Toluca en el Uni, pero estos "Diablos" no asustan a nadie.

En fin, así las cosas los "TI-GUE-RES" se fueron arriba con un golazo de Héctor Mancilla en el primer tiempo; Sinha del Toluca metió un penalty que el arbitro anuló, lo volvió a cobrar y.... ¡Palos lo paró!; más tarde Lucas Lobos, nuestro ídolo mete un golazo de cabeza, ¡y a Talavera!, el arquero de la Selección Nacional.



El estadio se veía hermoso, íbamos 2 a 0 y todos brincando con la orden: "¡porro po pon!, ¡porro po pon!, ¡el que no salte es Rayado maricón!"

Y que se nos viene la noche.

Primero Nestor Calderón "El Avión", con un zapatazo de fuera del área acorta la distancia, mientras hacíamos olas y pedíamos chelas. Llegó el miedo y llegó Sinha, quien en jugada individual la depositó con clase para el 2-2, ¡para el jodido 2-2!

¿Otro empate? Sí señor.



No perdemos, pero tampoco ganamos. Y hay que regresar hasta el carro en otra odisea y esperar a que todavía esté allí. En esta ciudad ya no se sabe.

Y en la tele, cerca de donde nos sentamos: el Barcelona del Pep Guardiola caía 4 a 1 contra las Chivas y los Sultanes ganaban 7 a 2 y se ponían a un juego de llevarse la serie contra los Broncos y pasar a la final de la zona norte.

Damn! Más malas noticias y más calor. Las tres cervezas dobles no me hicieron ni cosquillas.




Jueves, 4 de agosto, Estadio de Béisbol Monterrey (o el "Palacio Sultán)

Ahora el taxi fue más ducho, rápido y en un santiamén llegó del trabajo al estadio de beis, no sin antes ver pasar a un convoy de granaderas de la Policía Estatal. Hubo balacera afuera del Penal del Topo Chico y todos en el tráfico asustados, en una escena habitual en esta sufrida ciudad.

Ahora fuimos más amigos... y más niños: ocho en total. Llegamos tarde, aunque no tanto, en la parte baja de la segunda entrada con los Broncos arriba 2 a 0. Si perdían éste, adiós hermano y a soportar a los 20 mil fanáticos Sultanes y su actitud: "merecemos estar en finales porque somos regios". Hay cosas que jamás entenderé de esta hermosa tierra.

El partido fue bárbaro, de volteretas, de nulo picheo, con un José Juan Aguilar (¿quién?), noveno al bat de los Broncos, que se fue de 5-5. Vaya, un juegazo.

En las gradas, José Maiz García, dueño de los Sultanes se placeaba en plena precampaña política, y a nosotros nos daban vasos con cerveza con la imagen del estadio y de su cara, para que no se nos olvidara y votemos por él.

Monterrey remontó 3 a 2 en la tercer entrada, lo que ocasionó que el hijo de mi amigo, el Bronco, le pegara a su hermano, que le va los Sultanes, ofuscado por la voltereta. Pero faltaba juego y Reynosa se fue al frente 6 a 3, pero en la baja de la sexta vovieron a ponerse abajo 7 a 6.

Al empezar el noveno inning, el score marcaba 9 carreras por lado y nadie se movía de sus butacas. "Pinches rancheros", gritaban los cosmopolitas aficionados Sultanes a los que fueron, como yo, a apoyar a Reynosa. Deben sentirse residentes de Manhattan, Frankfurt o Viena.


Pero los Broncos tienen mucho bateo: Jesse Gutiérrez, Willis Otáñez, Adán Muñoz, Yurendell de Caster, Marshall McDougall y el mismo Aguilar. Les metieron cinco carreras en la último capítulo, 14-9, se acabó la historia y la serie regresa a Reynosa.

Y otra vez, la directiva Sultán vuelve a dejar pasar a los niños y sus papás al campo para que jueguen después del partido.

Ya en el terreno de juego pensaba, muy confiado, en mood soberbio, que qué bueno que hacían esto, porque estos pobres aficionados van a tener que esperar hasta el 2012 para volverlo a hacer. ¡Qué lástima!

A ver si mi confianza, no fue producto de las tres cervezas dobles, que culminaron un triplete de días, la verdad, inolvidable.

PD
Domingo, triste domingo. Los Sultanes finalmente ganaron la serie. Fueron a Reynosa y con cuatro carreras en el noveno inning, nos pegaron 8-4. A domicilio. Damn!

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