domingo, 10 de julio de 2011

La Chilena

México vence en final de cuento a los alemanes por 3 goles a 2 en la semifinal del Mundial Sub-17

Se suponía que todo se repitiría.
Que el tricolor, sin importar la categoría, o el lugar donde jugasen, quedaría corto contra Alemania.
Después de todo, ellos tienen una liga más poderosa que la nuestra, un futbol más "avanzado"; pundonor o espíritu de lucha que adquieren desde la mismísima concepción; son rubios, son altos y vaya, hasta más guapos que nuestros guerreritos, tan desnutridos e indisciplinados.

Al principio, un gol tempranero de Julio Gómez, al que más tarde le apodarían la "momia", por el vendaje que se le aplicó.
No pasó mucho hasta que Samed Yesil empató por los teutones. Era el minuto 10 y un enorme "gulp" nos teníamos que tragar todos los que torcíamos por los verdes. Más tarde, en ese primer tiempo, los germanos practicaron una suerte de tiro al blanco al arco tricolor y la idea de que tal vez no se fuera a pasar a la final del Mundial en el Azteca cruzó por la cabeza de todos.
Pero gracias a Dios, todos los primeros tiempos tienen 45 minutos, el reloj los marcó y ambos equipos se fueron a resguardar del calor de Torreón, al son de un 1 a 1.

En la transmisión que me tocó ver, TDN, leían una bola de twitters donde la afición expresaba su escepticismo (los menos, yo incluído) y su pesimismo (los más).
Se acordaban de los Cuartos de Final en Monterrey, en el México '86, cuando anularon un gol al "Abuelo" Cruz y perdimos en los malditos penales. Allí, nuestro portero, Pablo Larios Iwasaki voló en todas direcciones, espectacular, pero no paró ni un méndigo disparo alemán y luego, Fernando Quirarte y Raúl Servín nos demostraron que no hay que tirar penales cuando las piernas tiemblan. Es peligroso y el jugador casi siempre falla. (http://www.youtube.com/watch?v=WkoHR2DLsCU)

¿O qué tal el 2 -1 que nos hicieron en los Octavos de Final en Francia '98? Allí, el Tri de Lapuente ganaba 1 a 0 en el segundo tiempo. México tuvo el segundo en los botines de Luis Hernández, pero nada pasó. Los alemanes empataron con Klinsmann y sobre el final nos ganaron con un remate de Stefan Effenberg.
(http://www.youtube.com/watch?v=swmQHEIdD_g) Ambos tantos, cortesía de errores de uno de los innombrables del 'panbol' nacional: el americanista Raúl Rodrigo Lara, de quien también se recuerda su intento de agarrarse a trompos con Ricardo La Volpe en un tristísimo partido de nuestra liga local.

En fin, la vibra era mala. Si ellos no pudieron, ¿qué iban a poder hacer estos chavitos que apenas y sí pueden sostener el uniforme de lo flaco y frágil que se miran por televisón?. Y eso que ésta engorda ocho kilos, dicen las modelos y conductoras.

El segundo tiempo fue diferente, mejor.
Los mexicanos salieron a tocar y a tocar. Lo hacían tan bien que provocaron que el técnico alemán, Steffen Freund, nos diera a los mexicanos una clase de cómo hidratarnos al ver un partido futbol: él abría botes y botes de agua; mientras yo abría y abría latas de cerveza.

Y cuando mejor jugaba México, lo típico: Emre Can toma el balón y se quita a uno, y a otro, y a otro, ¿quién lo detiene? La policía de Torreón está muy lejos y no puede ingresar al campo para arrestarlo y regresarlo a Berlín. Sólo queda el portero que, después de que le disparan se tira en forma dramática, á la Larios, y como él, no pudo detener el balón: al fondo de las piolas, es el 2-1 alemán, al parecer el definitivo.
Después Raúl Gutiérrez, el técnico nacional, se vuelve loco y realiza tres cambios al mismo tiempo.
Y en las casas de este País, el consabido 'se los dije'. En la derrota somos como los griegos o romanos, nadie nos vence en filosofía.

Y sobrevino el milagro, lo inaudito, el tan mentado "fua".
Los verdes, más a empujones que con buen futbol lograron un tiro de esquina. Había peligro, o tal vez algo de peligro, ya que los alemanes miden seis metros de altura y los nuestros apenas y pasamos del metro y medio. Cuando menos así se veían en aquel momento.
Entonces, el orejón Jorge Espericueta, la promesa de Tigres, al que algunos ya le llaman "Dumbo", por el tamaño de sus parabólicas lanza un centro cerrado, pasa entre pinos alemanes y matorrales mexicanos: Julio Gómez, el de Pachuca, quien dejó su natal Tampico a los 12 años para "hacerla en el futbol" brinca y estrella su maceta contra la testa de un alemán, no alcanza el balón, se rompe la crisma, pero no importa, la pelota entró. ¡Gol Olímpico! La locura en Torreón y frente a todos los monitores que estaban encendidos en el territorio nacional.
Habíamos (todos, incluyendo diputados y senadores) empatado a 2 con los alemanes.

Se acercaba el final, México estaba con un jugador menos mientras vendaban a Julio que seguía sangrando. Finalmente mareado, con las piernas temblando, se acerca a la línea y pide su ingreso a la cancha. El árbitro se acerca y se fija que no salga nada de sangre de su turbante hindú y acepta que el tamaulipeco siga en la pelea.
Si a Rocky lo dejan continuar en cada una de sus películas, por qué a él no.

Los aficionados respiramos, ya somos 11 contra 11, aunque Julio no sepa ni cómo se llama, por qué está vendado, o qué deporte es el que se juega.
Y otra vez, a empujones México consigue oootro tiro de esquina. Esta vez nuestro héroe, camisa número 8, no se va al área chica para buscar el remate. No, se queda atrás, más que esperando un balón, para no ser golpeado por algún ingrato alemán.Además faltan dos minutos para que se acabe el partido, o tal vez uno.

Espericueta centra, peinan la bola y ¡sí!, ¡oh, sí! la bola se dirige hacia Julio Gómez. ¿Pero qué va a hacer?

Nada. Sólo aventarse una chilena, que cruza el balón por todo el área alemán, pega en la base del poste contrario y se mete. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡GOOOOOOOOOL!!!!!!!!!! México gana 3 a 2 y va a la final del Mundial en el Estadio Azteca contra Uruguay. (http://www.youtube.com/watch?v=E-o-43QE4sA)

Lo que pasó después entre la afición fue confuso: “¿Qué hiciste cuando cayó el gol?”, “Lloré, ¿y tú?”, “me abracé de mi peor enemigo, ¿y tú?”, “no me acuerdo de nada”.

Así pasa cuando las expectativas rebasan lo golpeado del ánimo nacional.

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